Milenio

Tan brutal que hasta mordía

- JOSÉ LUIS DURÁN KING

Tras ser detenido en febrero de 1978, el asesino serial Ted Bundy se daba tiempo para bromear incluso con su condición de recluso. Por ejemplo, en la reja de su celda en la Prisión Estatal de Florida, EU, colocó un letrero que intentaba disuadir a los extraños: “Cuidado, porque muerdo”.

El hombre hablaba en serio. La noche del 15 de enero de 1978, Bundy irrumpió la hermandad Chi Omega de la Universida­d Estatal de Florida, en Tallahasse­e, donde golpeó con un garrote de madera a Lisa Levy y Martha Bowman. Ambas mujeres fueron violadas en su agonía.

El par de asesinatos no fueron los primeros perpetrado­s por el sádico individuo. Para entonces Bundy había cometido al menos una veintena más.

El equipo forense no encontró las evidencias suficiente­s para sustentar el caso de forma contundent­e. Uno de los investigad­ores, sin embargo, encontró huellas de mordidas en el cuerpo de Lisa Levy: una en un seno, la otra en la nalga izquierda.

La marca en la nalga estaba mejor definida, por lo que el agente colocó una regla amarilla en la abrasión, para luego llamar a los fotógrafos.

Correspond­ió al Dr. Lowell Levine, consultor jefe en odontologí­a forense, investigar a fondo la mordida.

Una vez detenido el señor Bundy, el especialis­ta dental cotejó las impresione­s de las marcas de mordedura en el cuerpo de Levy con la estructura dental del sospechoso.

La correspond­encia hallada en el análisis significó para Ted Bundy tomar turno para su ejecución en la silla eléctrica, que ocurrió el 24 de enero de 1989.

“El mordisco más famoso” en la historia criminal de Estados Unidos arrojó algunas conclusion­es bastante interesant­es, como lo señala Vernon Geberth en su obra Practical Homicide Investigat­ion.

Las mordeduras están presentes, por ejemplo, en “la víctima de homicidio involucrad­a en actividad sexual alrededor del momento de la muerte”; también se halla en “la víctima de homicidio de niño maltratado”. Asimismo, Geberth indica: “Las marcas de mordiscos en los pechos y en los muslos indican una agresión heterosexu­al y tienden a hacerse de forma lenta y sádica, lo que deja una excelente impresión. Los niños maltratado­s tienen marcas de mordeduras colocadas alazarques­uelenserdi­fusasyconp­ocosdetall­es”.

El equipo forense no encontró evidencias suficiente­s para sustentar el caso de forma contundent­e

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