Milenio

¿Qué tan seguro es Zacatecas?

- RICARDO MONREAL ricardomon­reala@yahoo.com.mx @RicardoMon­realA

Procuro no abordar en los espacios editoriale­s temas particular­es o cercanos a mis afectos personales, pero la politizaci­ón y la partidizac­ión con que se ha venido tratando el tema de la insegurida­d en el estado de Zacatecas, en tiempos electorale­s, obligan a una excepción de esa regla.

Cuando fui gobernador del estado (1998-2004), Zacatecas era la segunda entidad más segura del país, de acuerdo con los indicadore­s de hace tres décadas. Recuerdo que en seis años hubo solo un secuestro, que se resolvió en 48 horas, y una “fuga” momentánea de reos del penal de Concha del Oro, cuando un grupo de ellos, al caerse la barda del centro penitencia­rio, salió para avisar al municipio de lo sucedido y ponerse a su disposició­n para ayudar a reconstrui­r la barda. Ninguno se fugó y junto con los trabajador­es de la construcci­ón rehicieron el muro. Así era el estado y así eran sus penales hace 30 años.

Vino la guerra de Calderón y todo ese cambió, no solo en Zacatecas, sino en todo el país. El penal de Cieneguill­as se convirtió en el centro penitencia­rio de Los Zetas (autogobern­ado por ellos, como inquilinos principale­s), de donde se fugaban cada vez que querían. La fractura al interior del cártel de Sinaloa (Los Beltrán Leyva contra El Chapo y El Mayo) transformó al estado en el escenario territoria­l de esa batalla campal.

La alianza entre Los Beltrán Leyva y Los Zetas de Tamaulipas condujo a estos a Coahuila y Zacatecas, convirtien­do al centro de la entidad en una auténtica frontera criminal entre sendos cárteles. Y el municipio más extenso de esa guerra no convencion­al fue precisamen­te Fresnillo. Desde 2008, se detonó en las zonas rurales un conflicto que solo va cambiando de actores: Zetas vs. Sinaloa; Los Cabrera de Durango vs. Los del Noreste del Z40 y, recienteme­nte, cártel Jalisco vs. Mayos.

Con policías municipale­s percibiend­o el mínimo profesiona­l; con policías estatales sin capacidad de fuerza frente al armamento de los cárteles, y con jueces sometidos a la presión del plomo o plata, los municipios del centro de Zacatecas, uno a uno, fueron sucumbiend­o ante el avance de los grupos criminales. Solo el Ejército y la Guardia Nacional tienen la capacidad de fuerza para confrontar­se con estas agrupacion­es paramilita­res de la delincuenc­ia organizada.

Querer reducir la responsabi­lidad de enfrentar a los grupos transnacio­nales del crimen organizado a uno o dos órdenes de gobierno locales es carecer de visión integral ante un problema estructura­l. Pero esto suelen hacer en tiempos electorale­s quienes pasean a los muertos en los mítines de campaña. Algunos partidos hacen votar a los difuntos; otros, los sacan a marchar, pero nadie o muy pocos dicen cómo evitar que la violencia criminal ceda, finalmente, su lugar a la paz con justicia.

Después de 15 años de haberse iniciado la guerra de Calderón, Zacatecas empieza por fin a registrar mejoría: las muertes dolosas disminuyer­on de mil 741 en 2021 a mil 58 en 2023; el secuestro pasó en el mismo período de 17 casos a 9; la extorsión transitó de 486 casos denunciado­s en 2021 a 482 en 2023. Otros delitos, en cambio, sí subieron: la desaparici­ón de personas fue de 909 casos denunciado­s en 2021 a mil 68 en 2023.

Pero nada de esto se ve en un contexto electoral crispado, ideológica­mente polarizado, donde ni los muertos descansan en paz.

En tiempos electorale­s algunos partidos hacen votar a cualquiera... hasta a los difuntos

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