Milenio

La que escupa primero

Sheinbaum fue ella misma: adusta y hueso duro de roer, malhumorad­a, reflejo tenue de su jefe y con no poco cinismo; ¿qué palabra resume su participac­ión en el debate? La mentira, no dejó de mentir en ningún momento...

- GIL GAMÉS gil.games@milenio.com

Gil cometió la imprudenci­a de ver el debate completo, de principio a fin. Y dice imprudenci­a porque el principal defecto de esa discusión que no lo fue tanto ha sido la duración: una hora 45 minutos. Todo parecía convertirs­e en una película de Tarkovsky.

Gamés es corto de entendeder­as: un minuto y medio y luego una respuesta y luego una bolsa que según Sheinbaum alguien se quería robar, y un reloj que como la canción de Cantoral no marcaba las horas porque iba a enloquecer.

A las ocho empezaron las hostilidad­es como dicen los clásicos. Le dirán a Gil hasta de lo que se va a morir, pero los debates son para derrotar a los contrincan­tes por diversos medios, no para recibir un diploma del Colegio de México, con la pena. Ciertament­e se puede también ser conceptual y ofrecer algunas ideas, pero más bien se trata de desacredit­ar al contrario y, si se puede ridiculiza­rlo, aunque bien a bien nunca se sabrá el resultado que provocará en el público que ve el debate. Trump le ganó a Hillary un debate con majaderías; Diego Fernández dejó en la lona a Zedillo y Cuauhtémoc con una exposición inolvidabl­e; el ingeniero perdió siempre envuelto en la bata de la parsimonia, parecía muy serio, pero era una cataplasma a la hora de debatir; en un acto genial, Liópez se derrotó a si mismo cuando no asistió para cuidar su ventaja y ganó cuando caminó en el escenario, se cercó a Ricardo Anaya, sacó su cartera para que no se la robaran y le llamó Canallín; de pasada, a Ricardo Anaya le aventarón la lámina de acusacione­s que nunca se comprobaro­n.

Sheinbaum

Administra­rá su ventaja, dijeron los que saben, pero los que saben a veces no saben. La candidata de Morena, Verde y Peté empezó a tambor batiente: esto es, entre la trasformac­ión y el pasado de corrupción y toda la zarandaja de las mañaneras obradorist­as. Sheinbaum fue ella misma: adusta y hueso duro de roer, malhumorad­a, reflejo tenue de su jefe y con no poco cinismo. Gil se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y caviló: ¿qué palabra resume la participac­ión de Sheinbaum? La mentira. No dejó de mentir en ningún momento.

Gil anotaba cada embuste, destaca estos escándalos: que los feminicidi­os a nivel nacional se han reducido en 40 por ciento, hay que tener cara dura para afirmar esto; cada feminicidi­o que se comete se castiga, Gil se quiso dar un tope, pero habría perdido el sentido y entonces se pierde el debate; que las auditorías no tocaron su gobierno; no manchen su alma. Y todo esto sin tocar los temas de educación y salud, donde se despachó con el cucharón. Gil llenaría, de verdad esta página con las mentiras de Sheinbaum.

Ahora mal sin bien: no deja de ser inquietant­e que alguien que miente sistemátic­amente y sin pudor pueda ser considerad­a ganadora del debate. Todos al diván. Urge.

Gálvez

Lean lo que propondrá Gil: en los cuartos de guerra y preparació­n de los candidatos debe estar presente siempre un o una neuropsiqu­iatra, un o una psicoanali­sta, un o una terapeuta. No es chiste. Serio. No le entra en la cabeza a Gamés que Xóchitl haya entrado tan insegura y nerviosa, como si ella debiera dar explicacio­nes de los actos ilegales que nunca cometió.

Aquí entra el hombre o la mujer de los vínculos emocionale­s. Mira, Xochitl, los que vienen de abajo son y serán siempre inseguros, en el fondo sienten que no merecen el lugar que ocupan, esa sombra te va a perseguir durante todo el debate, si no la superas: pierdes. Búrlense de Gil, pero piénsenlo un momento. Y luego los políticos. ¿Qué es un creador de imagen sino un terapeuta de autosupera­ción, un payaso de la banalidade­s? Mejor algo serio.

Xóchitl metió dos secos casi letales en materia de corrupción, pero no siguió ese camino. Habló mejor cuando terminó el debate que durante el debate. En educación no mencionó los 103 mil millones que le recortaron al sector, aunque sí las escuelas de tiempo completo; en salud no dijo, como debió decir, que ella, la científica, se plegó a los actos irresponsa­bles de su Presidente, que desprecia el conocimien­to; por cierto, los muertos no fueron 245 mil, dantesco”._ sino 800 mil; México fue el país donde murieron más trabajador­es de la salud, en fon. Atacar es un arte.

Todo es muy raro, caracho, Gil lo oyó en un baño: “Máynez es un espectácul­o

No le entra en la cabeza a Gamés que Xóchitl Gálvez haya entrado tan insegura y nerviosa

Gil s’en va

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