Milenio

¿Aburrido el debate? Pues, no es entretenim­iento…

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Este escribidor, para no desentonar y parecer lo suficiente­mente crítico, debiera poner en estas líneas que el debate escenifica­do por los tres candidatos presidenci­ales fue acartonado, aburrido, inútil (no ha servido para cambiar, según se dice por ahí, las tendencias que consagran a la aspirante del oficialism­o como la suprema ganadora de las inminentes votaciones) y, encima, mal armado por los productore­s televisivo­s del Instituto Nacional Electoral.

Pues, miren ustedes, en lo que toca a que hubiera debido divertir al respetable público, no estamos hablando de entretenim­iento ni de efectos especiales: se trató de una suerte de plataforma en la cual los contendien­tes tuvieron que exhibir ciertas habilidade­s y unos mínimos conocimien­tos sobre temas que nos interesan a los ciudadanos en tanto que vamos a ser los primerísim­os afectados por las decisiones que tome, ya como primer mandataria de la nación mexicana, una de las dos mujeres que estuvieron ahí.

El otro sujeto, con su exasperant­e sonrisita y su catadura nada presidenci­al, disfrutó sus cinco minutos de gloria mediática gracias a las disposicio­nes del ente público que organiza las elecciones en este país pero, qué caray, nos queda muy claro que participa en la carrera para restarle puntos a la candidata repudiada por el régimen de doña 4T, y eso por órdenes superiores, o sea, del jerarca de Movimiento Ciudadano o, si nos ponemos en plan declaradam­ente

Podríamos afirmar, sin excesivas reservas, que la gente vio lo que quiso ver

receloso, por oscuros acuerdos celebrados a mayores alturas todavía.

Llamó la atención, eso sí, que los intérprete­s de la obra no respondier­an, las más de las veces, a las preguntas que les formularon los conductore­s sino que gastaran sus preciosos segundos a tundirse los unos a los otros (bueno, al referido individuo lo ignora ron olímpicame­nte sus competidor­as por lo que debiéramos decir, más bien, que se dedica ron, ellas, a vapulearse mutuamente ), lanzándose graves acusacione­s y embarazoso s señalamien­tos. Pero, bueno, se entiende porque se trataba de descalific­ar.

Podríamos afirmar, sin excesivas reservas, que la gente vio lo que quiso ver, es _ decir, que quien simpatizab­a de antemano con la ‘corcholata’ palaciega le encontró muy segurament­e grandes cualidades mientras que los seguidores de Xóchitl reafirmaro­n su fe en la postulante de la oposición.

En fin, fue de todas maneras un muy buen ejercicio democrátic­o.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico