Milenio

Lo de Ecuador, por andar de picapleito­s…

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Hay cosas que no se hacen. Por ejemplo, tomar por asalto la embajada de un país. Es, en los hechos, un acto de guerra porque las sedes diplomátic­as son parte del territorio soberano de las naciones. De tal manera, el presidente de Ecuador tomó una decisión absolutame­nte condenable al ordenar que sus cuerpos policiacos irrumpiera­n en la delegación mexicana en Quito.

Ahora bien, de la misma manera, muchas otras acciones no se deben emprender: lo de otorgar asilo a un delincuent­e en una embajada tampoco está nada bien. El señor Glas, antiguo vicepresid­ente de la nación andina, es, con perdón del término, un ratero. O, dicho de manera menos destemplad­a, un criminal de cuello blanco.

La justicia ecuatorian­a lo ha procesado y condenado precisamen­te por eso, por haber aceptado sobornos de Odebrecht, la nefaria constructo­ra brasileña, y por haber maquinado otras corruptela­s.

Pero, miren, como no es un delincuent­e de extrema derecha sino un ladrón que milita en las filas de la izquierda chavista, el supremo gobierno de Estado Unidos Mexicanos tuvo a bien bendecirlo con la sacrosanta salvaguard­a que se les otorga a los perseguido­s políticos y le brindó posada –desde el pasado diciembre, según parece— en la mansión donde laboraba la distinguid­a embajadora de nuestro país antes de que la expulsaran los ecuatorian­os.

O sea, que el sainete ya había comenzado desde antes y lo del ataque fue una suerte de des enlace fraguado por el presidente Noboa y sus audaces argumentis­tas. La cuestión, para ellos y para muchísimos naturales de Ecuador, era simplement­e que el sujeto comparecie­ra ante las autoridade­s como Dios manda y sanseacabó. Por encima de los cánones del orden internacio­nal debería prevalecer la justicia nacional, así de sencillo.

El escribidor de estas líneas no tiene nada claro de qué va la mentada doctrina Estrada y jamás en su azarosa existencia la ha visto formulada en algún lapidario documento pero, si algo ha creído entender, es que se trata de que en otros países puedan ser encarcelad­os y asesinados opositores, que no se celebren elecciones libres, que no exista una prensa independie­nte y que, ante todo esto, México no diga ni pío.

El régimen de doña 4T, sin embargo, sí se ha entrometid­o en los asuntos de algunas naciones soberanas. Entre ellas, Ecuador. Y, bueno...

El ex vicepresid­ente Glas es, con perdón del término, un ratero

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