Milenio

Zaldívar: cuando un colaborado­r se vuelve un lastre

- CARLOS PUIG @puigcarlos

La política no es cosa fácil. No es para cualquiera. Quienes desde el periodismo llevamos décadas viendo a políticos ascender, algunos caer, otros triunfar, todos sufrir, la mayoría caer y triunfar largos periodos, aprendemos mirándolos, hablando con ellos, escribiend­o de ellos que es un oficio complicado que necesita de talentos y personalid­ades particular­es.

No es la política un asunto para cualquiera, como tantas veces se cree o, como en el caso al que me voy a referir, para quienes exitosos y capaces para un oficio, para una tarea, un día quieren hacer política.

Nadie podrá negar que la carrera como abogado de Arturo Zaldívar fue brillante, primero en la práctica privada y después durante 14 años en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la que llegó a presidir en estos años recientes.

Ahí están muchas de sus ponencias, sus votos en asuntos cruciales que marcaron un mejor rumbo para el país. Sí, como sucede con cualquier personaje inteligent­e, no estuvo esa historia exenta de polémicas y momentos complicado­s, pero ni es el primero ni hay que sorprender­se.

Algo sucedió, sin embargo, con ese Zaldívar durante este sexenio. Algo andaba mal cuando se le antojó, o lo antojaron y cayó, la idea de prolongar su mandato.

Tal vez fue su buena relación con Andrés Manuel López Obrador. Tal vez fue la idea de que concluiría su misión en el más honroso puesto para un abogado a los 64 años con mucho por hacer. El abogado se ha querido convertir en político sin las herramient­as que se necesitan para lidiar con las muy fuertes complicada­s corrientes de ese oficio, distintas a las que él navegó antes. Peor aún, decidió hacerlo en tiempos electorale­s.

Uno entiende que un hombre como Zaldívar esté en un equipo redactando probables leyes, revisando futuros decretos, asesorando en posibles reformas al área que bien conoce.

Pero Zaldívar se puso, además, a hacer política electoral, a andar en campaña, a hacerse vocero de todo, no experto a hablar de temas, pues que no son lo suyo.

Y, pues sí, la política es cabrona y así le ha ido. En algunos momentos de esta campaña, de repente Zaldívar es más discutido que… Claudia Sheinbaum. La candidata.

Cualquiera que sabe de política entiende Ejemplo sen la historia, sobran que nunca, nadie, puede ocupar más espacio en la discusión pública que la candidata o el candidato, que el jefe.

El que quiere brillar demás, el que atrae más críticas que su jefa, se vuelve un lastre.

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