Tres películas
La presión siempre es uno de los ingredientes más apasionantes de las Liguillas
El resplandor.
El resplandor de la Champions League, la Copa más brillante en la vitrina de cualquier club, suele opacar las copas que se entregan a los campeones nacionales de Liga: títulos fabricados con regularidad, método, rutina y disciplina diaria. Al margen del nivel que alcanzó su Barcelona y el estilo de juego que dominan sus equipos, los aficionados al futbol han juzgado a Guardiola por dos razones: las Champions que ha ganado y las Champions que ha perdido; hablando en números lleva 3 Champions ganadas y 12 perdidas.
Para no ir tan lejos hace unas semanas perdió la última, pero semanas después volvió a ganar una Liga: la cuarta consecutiva con el City, algo que jamás se había visto en Inglaterra. Viéndolo de esta manera, Guardiola ha ganado 12 Ligas y solo ha perdido 3 en toda su carrera. Las Champions brillan, pero las Ligas pulen la historia de los entrenadores.
Cabo de miedo.
Jardine, Anselmi, Gago y Ortiz jugaron una de las Liguillas más sosas que se recuerden, cuatro entrenadores cuyo trabajo fue muy bueno en la fase regular, pero su juego muy aburrido en el cabo decisivo del campeonato. Ganar debería ser divertido, pero se volvió estresante: la conclusión es que para ganar hay que sufrir. La presión siempre es uno de los ingredientes más apasionantes de las Liguillas, pero cuando esa presión provoca miedo en lugar de vértigo, explosividad y dinamismo, entonces las Liguillas traicionan el espíritu para el que fueron creadas: hacernos olvidar tanta especulación durante el torneo regular.
Hoosiers.
No tiene la fama de Nueva York, la grandeza de Los Ángeles, ni la elegancia de Boston, pero Indiana tiene algo que el baloncesto profesional olvidó: humildad y sencillez. A partir de mañana Pacers enfrentará a Celtics por la Final del Este, un duelo a campo abierto. De los “Hoosiers” y su extraordinaria cultura rural y deportiva vale la pena escribir más adelante.