Demencia: el reto del cuidador
Quien padece demencia comienza a tener dificultades para realizar actividades de la vida diaria, tales como manejar, cocinar, hacer planes o mantener adecuadamente su higiene personal.
La dependencia que se adquiere con esta enfermedad es gradual, y su evolución va de acuerdo a diversos factores relacionados con el estilo de vida, la edad en la que comenzó el deterioro cognitivo y el padecimiento que ocasiona esta problemática, como demencia vascular, demencia frontotemporal, enfermedad de Alzheimer o alguna otra.
Esta afección incapacita totalmente a quien la padece, demandando asistencia básica y especializada para continuar con su vida; la responsabilidad de mantener el bienestar físico y emocional del enfermo recae en los integrantes de la familia.
Cómo mejorar la calidad de vida de todos los involucrados en la enfermedad y en su cuidado: primeramente, contar con un diagnóstico esclarecido permitirá conocer la progresión de la enfermedad, dándonos la oportunidad de estar bien informados y preparados para el futuro.
Recuerden realizar las preguntas necesarias ante los médicos y expertos, para resolver cualquier duda; mantengan un control sobre los medicamentos administrados, así como un registro de comportamiento al introducir uno nuevo o hacer cambio de dosis. Permanezcan en comunicación con quien padece la demencia: háblenle por su nombre, de forma clara y precisa, sin infantilizar;
establezcan rutinas para las tareas más difíciles (aseo personal, alimentación o citas médicas), esto ayudará al adulto mayor a disminuir la ansiedad producida por la inseguridad.
Facilitadores
Coloquen letreros o señales dentro de la casa en los que se muestre de forma sencilla, mediante una palabra o dibujo, dónde está el baño, la cocina, la estancia o su recámara; esto le ayuda para orientarse y mantener su autonomía el mayor tiempo posible. Tengan un pizarrón en el que se le puedan dejar recados y anímenlo a que recurra a él; también sirve para resolver dudas persistentes, que ocasionan que pregunte lo mismo una y otra vez.
Organicen las habitaciones -en especial la suya-, para que pueda encontrar fácilmente lo que necesita: cepillo de dientes, ropa interior, cobijas, control remoto o snacks; dejen fuera de su alcance objetos que puedan ocasionarle un daño físico.
Tomen las medidas necesarias para que esté seguro dentro de casa, manteniendo controlados los accesos, restringiendo el uso de la estufa, etcétera; si se encuentran en un lugar concurrido, habrá que recurrir a un collar o pulsera de identificación que cuente con el contacto del familiar a llamar en caso de extravío.
Acérquense a centros de día que puedan ayudarlo a fortalecer sus redes neuronales, desacelerando el deterioro progresivo de la enfermedad; manténganlo activo socialmente: el aislamiento prolongado puede ocasionar depresión.
Seguir estos consejos te ayudará a mantener bajo control diversas situaciones; recuerda acudir a grupos de apoyo donde puedas expresarte y aprender de la experiencia de otras personas en situaciones similares, para entender que no estás solo.