Las señales
La memoria es una función cognitiva base, cuyo objetivo es la retención de información necesaria para desempeñarnos correctamente día con día; ¿qué pasa cuando nuestro cerebro es incapaz de recordar?
Aproximadamente el 6.7% de los adultos mayores padecen algún tipo de demencia, siendo la enfermedad de Alzheimer la principal afectación; ésta se relaciona con la pérdida de memoria y presenta una mayor incidencia en mujeres, debido a que la esperanza de vida es mayor en ellas que para los hombres.
Con ella se pierde primeramente la información recién adquirida, es decir: el adulto mayor olvida acudir a citas programadas; se le dificulta recordar con claridad qué actividades realizó el día anterior, e incluso tiene problemas para reconocer a personas poco familiares. Al pasar el tiempo, las neuronas tienen cada vez más dificultad para comunicarse entre ellas, provocando que el adulto mayor sea repetitivo; pregunta una y otra vez la misma cuestión; se le dificulta reconocer su propio rostro en el espejo o el nombre de sus familiares más cercanos. En etapas muy avanzadas, la enfermedad de Alzheimer atrofia el lenguaje, la orientación, la percepción, la atención y la habilidad de realizar actividades de la vida diaria incapacitándolo totalmente, pues ya no puede recordar hechos concretos de su pasado como el día de su boda o el nacimiento de sus hijos, siendo común que pregunte por sus padres. A medida que pasan los años podemos experimentar diferentes cambios en nuestro organismo, siendo normal que nos cueste mayor trabajo aprender cosas nuevas o encontrar la palabra exacta para expresarnos. También podemos sufrir una variación en el desempeño de nuestras actividades diarias de acuerdo a nuestro estado de ánimo, niveles altos de estrés o la forma en la que nos alimentamos.
Este deterioro cognitivo puede comenzar antes de los 60 años y no representa un riesgo grave, pues no suele ser progresivo, además de que podemos ayudarnos de dispositivos móviles o agendas que nos permitan compensarlo.
Hay que prestar atención ante los focos rojos que puedan indicarnos que ya no se trata de un deterioro normativo del envejecimiento. Cuando nuestro desempeño en las actividades diarias es insuficiente, al grado que no podemos llevar a cabo acciones sencillas de planeación o manejo de las finanzas, debemos acudir a un profesional que nos ayude a encontrar la etiología del problema. Con la colaboración de: VISITA SU SITIO WEB:
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