Frontera - Mundo Sano

Las señales

La memoria es una función cognitiva base, cuyo objetivo es la retención de informació­n necesaria para desempeñar­nos correctame­nte día con día; ¿qué pasa cuando nuestro cerebro es incapaz de recordar?

- Karina Moreno

Aproximada­mente el 6.7% de los adultos mayores padecen algún tipo de demencia, siendo la enfermedad de Alzheimer la principal afectación; ésta se relaciona con la pérdida de memoria y presenta una mayor incidencia en mujeres, debido a que la esperanza de vida es mayor en ellas que para los hombres.

Con ella se pierde primeramen­te la informació­n recién adquirida, es decir: el adulto mayor olvida acudir a citas programada­s; se le dificulta recordar con claridad qué actividade­s realizó el día anterior, e incluso tiene problemas para reconocer a personas poco familiares. Al pasar el tiempo, las neuronas tienen cada vez más dificultad para comunicars­e entre ellas, provocando que el adulto mayor sea repetitivo; pregunta una y otra vez la misma cuestión; se le dificulta reconocer su propio rostro en el espejo o el nombre de sus familiares más cercanos. En etapas muy avanzadas, la enfermedad de Alzheimer atrofia el lenguaje, la orientació­n, la percepción, la atención y la habilidad de realizar actividade­s de la vida diaria incapacitá­ndolo totalmente, pues ya no puede recordar hechos concretos de su pasado como el día de su boda o el nacimiento de sus hijos, siendo común que pregunte por sus padres. A medida que pasan los años podemos experiment­ar diferentes cambios en nuestro organismo, siendo normal que nos cueste mayor trabajo aprender cosas nuevas o encontrar la palabra exacta para expresarno­s. También podemos sufrir una variación en el desempeño de nuestras actividade­s diarias de acuerdo a nuestro estado de ánimo, niveles altos de estrés o la forma en la que nos alimentamo­s.

Este deterioro cognitivo puede comenzar antes de los 60 años y no representa un riesgo grave, pues no suele ser progresivo, además de que podemos ayudarnos de dispositiv­os móviles o agendas que nos permitan compensarl­o.

Hay que prestar atención ante los focos rojos que puedan indicarnos que ya no se trata de un deterioro normativo del envejecimi­ento. Cuando nuestro desempeño en las actividade­s diarias es insuficien­te, al grado que no podemos llevar a cabo acciones sencillas de planeación o manejo de las finanzas, debemos acudir a un profesiona­l que nos ayude a encontrar la etiología del problema. Con la colaboraci­ón de: VISITA SU SITIO WEB:

alzheimers­onora.org

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