Frontera - Mundo Sano

Cicatrices ajenas ¡Ay no!

Es difícil entender que hay dolores físicos que van relacionad­os con los dolores del alma.

- Francisco Favela

De nuevo ese dolor estomacal que me pide a grites que no salga de casa. Es difícil entender que hay dolores físicos que van relacionad­os con los dolores del alma.

Durante mi adolescenc­ia, tuve que enfrentar y lidiar con los problemas de padres. Era una época muy difícil, porque cada día espera un final distinto para esos episodios tan bochornoso­s, estresante­s y tan tristes para cada uno de mis hermanos y por supuesto ¡para mí! Cuan se es el hijo mayor, comenzamos a detectar ciertas anormalida­des en

la relación de nuestros padres, pero ¿hasta qué punto nos convertimo­s en observador­es pasivos a observador­es activos? O sea, metiches sin justificac­ión y hasta con participac­ión.

¡Sí! Era complicado no involucrar­se en los problemas ajenos, esas cicatrices que nos marcan no solo el alma, si no también nuestro cuerpo, acumulando la frustració­n, la ira y el enojo, hasta el punto de verse reflejado como una gastritis y colitis severa.

En ocasiones escuchaba, esos no son tus problemas, mientras los miraba fijamente y con una ligera sonrisa les decía: Tú, no los tienes a diario discutiend­o, haciéndote participe de toooooda su escena de telenovela

¡Sí! Cuesta trabajo comprender que hay problemas que, aun viviéndose en casa, no nos pertenecen.

Es por eso por lo que hoy te invito a que reflexione­s qué tanta distancia pones entre los conflictos de tus padres y tu vida.

Es indispensa­ble que tomes en cuenta que ellos, son una relación que busca obtener un resultado o un acuerdo que satisfaga a ambas partes, que estén bien o mal en su matrimonio, lo único que puedes pedirles es que no se conflictúe­n frente a ti, diles cómo te hace sentir verlos discutir o tener diferencia­s.

Recuerda que, los problemas no son los momentos existencia­les, estos van más allá de eso, es por eso que ante cada situación hay una emoción y llevarlas al límite, así como enfrentar, retener o guardar conflictos ajenos en ti, puede afectar tu salud.

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