Diente flojo: ¿jalar, o no jalar?
Alrededor de los 6 años de edad comienza un cambio muy importante en la boca y en los dientes de un niño, ya que empiezan a aparecer los dientes permanentes.
Este proceso comienza con la movilidad de los dientes de leche o infantiles; la recomendación durante este periodo es permitir que la naturaleza siga su curso: los padres deben alentar al niño a que con cuidado, comience a mover el diente con el dedo o la lengua, hasta que se caiga por sí mismo.
Cabe aclarar que jalar el diente antes de tiempo va a causar sangrado y dolor innecesario, lo que es incómodo para el pequeño.
Algunas veces, un diente con movilidad excesiva pudiera ocasionar inflamación de la encía, por la acumulación de alimento en la parte que ya se ha desprendido. Se sugiere eliminarla con la ayuda de un cepillo
pequeño o una jeringa con agua tibia (a la cual le retiramos la aguja), para después lavar el área.
Los que vienen
El orden en el cual se empiezan a caer los dientes regularmente comienza con los dos dientes centrales inferiores y después los centrales superiores, aunque el orden pudiera cambiar dependiendo de cada niño; este proceso termina con la caída de las muelitas infantiles, alrededor de los 11 años. Resulta común el observar que el diente permanente (sobre todo en el caso de los dientes incisivos inferiores) está saliendo por la parte de atrás de los dientes de leche, aún cuando éste no se ha caído o no presenta movilidad. Se recomienda agendar una cita con tu médico odontopediatra, pues quizás sea necesario un poco de ayuda para retirar este diente y así evitar que se retrase la salida del permanente, lo que en un futuro pudiera originar una mala posición de éste. Regularmente, después de la caída de este diente infantil, se ayuda con la fuerza de la lengua y los labios a que el diente permanente se ubique en una posición adecuada.