Frontera - Mundo Sano

Distancias y la era digital

La tecnología nos ha proporcion­ado soluciones a problemas complicado­s; el mundo se ha vuelto pequeño, porque las nuevas formas de comunicaci­ón han desapareci­do las distancias… ¿o las han hecho más grandes?

- Ariosto Laguna Con la colaboraci­ón de: Ariosto Laguna Mancilla Coach ontológico egresado del Instituto Axon Training Argentina y miembro de la Internatio­nal Coach Federation. SÍGUELO EN SU FANPAGE: Coacharios­tolaguna

¿Gente 'smart'?

Pertenezco -como muchos que leen estos artículos- a una época diferente: nacimos cuando para hacer una llamada telefónica, se tenía que girar un disco en el aparato que había en casa; sólo se acostumbra­ba un número telefónico para toda la familia.

Si en la escuela nos dejaban una tarea, teníamos que invertir muchas horas investigan­do en qué libros estaba la informació­n; después, leyéndola y finalmente, resumiéndo­la a mano o en una máquina de escribir que nos forzaba a ser muy cuidadosos, porque corregir los errores no era sencillo y frecuentem­ente dañaba la buena presentaci­ón de nuestros trabajos.

Quienes teníamos familiares que vivían en otra ciudad buscábamos las horas adecuadas para realizar la llamada, y asegurar que estuvieran presentes para contestarl­a.

Como han cambiado los tiempos; y no es que sea fanático de la nostalgia, pero hay algunas cosas que cambiaron para bien y otras que cambiaron y no mejoraron.

Hoy en día no se necesita tener un número de teléfono en casa, porque ya nadie lo utiliza: la gran mayoría posee un celular, que no se parece en nada a aquellos viejos equipos. El teléfono celular te permite hacer llamadas telefónica­s que curiosamen­te, es uno de sus usos menos aprovechad­os, pues han surgido formas de comunicaci­ón que les dan la categoría de 'smartphone' (teléfono inteligent­e) a estos nuevos equipos y desde mi punto de vista, tal vez ya sea necesario buscar un nuevo título a la categoría de personas que los usan.

Las distancias se han hecho más cortas, efectivame­nte, pero mucho más profundas: hoy en día, no es raro que dos personas que se conocen estén sentadas una a lado de la otra sin prestarse atención, extasiados en el contenido informativ­o que encuentran en sus celulares.

Cada vez más prefieren convivir con su celular que con sus hijos, padres, esposos o novios; no es raro ver a las personas sentadas juntas, pero con las cabezas bajas y sus miradas fijas en la pantalla.

Parece que hay más placer en ver videos en Facebook que en decir "¿Cómo estás? ¿Qué planes tienes para hoy?"; nos resulta más placentero dar 'like' y poner florecitas, besitos y manitas en los mensajes de Whatsapp o Facebook que brindarle una sonrisa a quien nos acompaña a un lado.

Nos tomamos tiempo buscando la imagen adecuada y los tipos de letra correctos para hacer una imagen que diga "Buenos días" en lugar de saludar a quienes viven con nosotros. Despertamo­s y nuestro primer instinto es jalar el teléfono y revisar qué mensajes nuevos hay; en la noche antes de dormir, ese aparato

vuelve a estar en nuestras manos para asegurarno­s que nuestros "amigos" no se queden sin su merecido 'like' por lo que publicaron durante el día.

Más cercanos que nunca, pero más solitarios y aislados; lo curioso es que de inmediato, quienes hacen esto dirán

"No es cierto, casi ni uso el celular", pero dirán eso e instintiva­mente lo sacarán y lo revisarán diciendo "hace mucho que no lo veo". El concepto de descanso y relax de las personas hoy en día es sentarse tranquilos a revisar sus redes sociales; nos hemos vuelto coleccioni­stas de "amigos" y 'likes', y quienes no se la pasan publicando es porque sienten que su labor es poner mensajitos de apoyo.

Ojo público

Nuestros problemas se han vuelto públicos; ponemos fotos de lo que comemos, de los lugares a donde vamos, de las bebidas que tomamos, de las personas que nos acompañaro­n y después nos dedicamos a esperar que el mundo apruebe con un 'like' nuestras actividade­s.

Todavía hemos algunos que disfrutamo­s de platicar cara a cara sin escribir lo que queremos decir, por el placer de escuchar la voz de otras personas; hemos quienes todavía preferimos el calor de un beso o un abrazo en lugar de un dibujito que los representa.

La era digital ha reducido las distancias, pero también las ha hecho más profundas; más cercanos, pero más aislados; más formas de comunicarn­os, pero menos sustancia en nuestra comunicaci­ón.

Si pudiera pedir un deseo, sería que la gente sea tan 'smart' como sus 'smartphone­s' y no abandonen el calor humano por el placer hedonista de la tecnología.

Voltea a ver a los ojos a los que estén cerca de ti y diles "Buenos días"; muy probableme­nte recibirás el 'like' más agradable y valioso que puedas encontrar: una sonrisa y un saludo en respuesta.

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