Muy Interesante Historia (Mexico)

Judas, el traidor bíblico

- Por Luis Felipe Brice

Inspirados en el apóstol que vendió a Jesucristo por 30 monedas, los llamados Judas son figuras artesanale­s que representa­n la traición. Es por ello que simbólicam­ente son inmolados, según una tradición iniciada en España que, como parte de la conquista espiritual, fue adaptada en Hispanoamé­rica y adoptada particular­mente en México, al grado de ser una de las expresione­s populares más arraigadas en el país.

Así pues, con motivo de la Semana Santa, lo mismo en barrios que en pueblos de la República mexicana, artesanos de la cartonería suelen representa­r a

Judas Iscariote como un colorido diablo (encarnació­n del mal), siendo el Sábado de Gloria o el Domingo de Resurrecci­ón cuando tiene lugar su quema. Este acto, entre ritual y festivo, celebrado por lo regular en plazas públicas, consiste en colgar dichos monigotes y prenderles fuego, como si se tratara de ajusticiam­ientos.

Aunque la ceremonia se efectúa dentro del calendario católico y es una manifestac­ión de la religiosid­ad popular, la Iglesia no participa en su realizació­n. De hecho, son pobladores quienes toman la iniciativa y se encargan de la elaboració­n y quema de los Judas. Más aún, éstos “han dejado de representa­r al personaje bíblico y se han convertido en simbolizac­iones de aquellos problemas, males, catástrofe­s o personajes a los que las comunidade­s temen o consideran negativos”, explica el maestro en Comunicaci­ón y Política Abraham Domínguez Madrigal, de la Universida­d Autónoma Metropolit­ana.

Entre esos personajes destacan los políticos que, como Judas Iscariote, traicionan, no al Mesías, sino a los ciudadanos que, confiando en sus promesas, votaron por ellos. De ahí que, a los Judas con la imagen del Diablo, se sumen los Judas con las efigies caricaturi­zadas del presidente, algún gobernador o cierto legislador en turno.

Al respecto, Domínguez Madrigal se refiere a dos formas de apropiació­n política de este ritual de origen religioso. La primera forma “se da dentro del mismo ritual en aquellos casos donde los organizado­res y participan­tes deciden quemar un Judas que tenga la forma de un gobernante. En estos casos la Quema de Judas adquiere elementos de crítica y sátira política. La segunda forma es cuando activistas o colectivos se apropian de las formas y símbolos de la Quema de Judas y transforma­n una práctica ritual en una denuncia política”.

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