Muy Interesante Historia (Mexico)

La desaparici­ón de la Legión IX hispana

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La legión romana fue un cuerpo de infantería compuesto por 5,000 hombres, aproximada­mente, auxiliados por un destacamen­to de caballería de unos tresciento­s jinetes. La disciplina y capacidad táctica en el combate la hicieron dominadora de los campos de batalla durante la antigüedad.

Como todas las legiones que estuvieron en vigor durante el imperio, su creación se dio durante las guerras civiles al final de la etapa republican­a. Se ha defendido que la Legión IX se formó en Hispania por Pompeyo y que acompañó a Julio César en su conquista de las Galias entre el 58 y 51 a. C. Su emblema pudo ser el toro —animal sagrado asociado a Venus, antepasada de la familia Julia—, el mismo que el de las otras legiones consulares de César.

La Legión IX participó al lado de Octavio en la batalla naval de Actium contra Marco Antonio. Y también en las guerras cántabras —29-19 a. C.—, ya bajo Octavio como Augusto emperador. Fue con el emperador Claudio —siglo I d. C.— cuando se selló su destino con el objetivo de la conquista de Britania, bajo el legado Aulo Plaucio.

Participó en la victoria romana frente a la reina Boudica cerca de Londinium —Londres—. Con la provincia pacificada y bajo el emperador Vespasiano, la Legión IX Hispana tomó destino a Eboracum —York— y, aunque no está probado, fue muy probable que participar­a en la construcci­ón del muro de Adriano que separaba Britania de Caledonia —Inglaterra de Escocia—. A finales del siglo I d. C., Tácito nos situaba a la Legión IX bajo las órdenes de su yerno Gneo Julio Agrícola en la batalla del Monte Graupius en Escocia.

La última noticia que tenemos de la Legión es del 107-108 d. C. durante la reconstruc­ción de una de las puertas del fuerte de la ciudad de York. A partir de ese momento se perdía el rastro de la Legión IX.

La teoría más popular apuntó a la aniquilaci­ón de la legión en un enfrentami­ento contra los pictos a principios del siglo II d. C. Aun así, hubo quien la situó entre Nimega y Aquisgrán antes de ser destinada a oriente. Allí pudo participar en Judea contra la rebelión de Simón Bar Kokhba o ser destruida en la batalla de Elegeia —161 d. C.— en la Capadocia. Todas ellas, hipótesis por confirmar. Los historiado­res romanos tuvieron por costumbre olvidar en sus crónicas las derrotas —la historia ha sido benévola con los vencedores porque ellos la han escrito—. Lo cierto fue que no apareció en el listado de legiones del emperador filósofo Marco Aurelio en el 162 d. C. y que, por lo tanto, la sombra del misterio sobre su final ha seguido proyectánd­ose sobre Roma y la historia.

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