Muy Interesante Junior (México)

ROMANCE Y… ¡LAS CRÍAS!

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En invierno muchas sepias se congregan en arrecifes cercanos a la costa para aparearse, y por lo general, entre dos y ocho machos intentan conquistar a una sola hembra, así que para que uno de ellos lo consiga, prueban con varios métodos:

• El primero es retarse (sobre todo si son sólo dos). La mayoría de sus duelos no son físicos sino despliegue­s de color que gana quien sea más creativo y colorido. Como ves, nadie resulta herido –excepto, quizá, en su orgullo, porque el perdedor se va–.

• Cuando alguno de los machos es de mayor tamaño, el enfrentami­ento se vuelve más físico y el objetivo es ver quién paraliza al otro (o a los otros) para quedarse con la novia.

• Los machos de menor tamaño, que podría pensarse no tendrían posibilida­des ni en un duelo ni en un enfrentami­ento, tienen un truco: ¡se “disfrazan” de hembras! ¿Cómo lo hacen? Cambian de color y pretenden tener una bolsa de huevecillo­s –como ellas–. De esta manera los demás machos, ocupados en ganarle a los otros, no les prestan atención, y cuando se dan cuenta, ¡resulta que el más chico fue quien se emparejó con la hembra por la que luchaban y fertilizó sus huevecillo­s!

Después de procrear, el macho se queda con la hembra unas horas hasta que ella pone sus huevecillo­s

(alrededor de 200) en una grieta entre las rocas o una cueva pequeña –para asegurarse de que ponga los que él fertilizó–, y después se va. Más tarde mamá cubre los huevecillo­s con una capa de su tinta para que no sean fáciles de ver.

Cuando las crías nacen, después de entre siete semanas y cuatro meses, miden 5-6 mm y están completame­nte desarrolla­das –son calamares en miniatura– y deben valerse por sí mismas. En un mes, crecen 20 mm más.

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