Muy Interesante Junior (México)
LOS RETOS DE BUCEAR EN LO PROFUNDO
Un buzo puede sumergirse a 30 m y sólo unos minutos. Los buzos ultraprofundos descienden hasta 200 m –pocos pueden hacerlo: menos de 20 han rebasado esa profundidad, y únicamente siete han llegado a los 300 m–. Estos límites son porque a mayor profundidad:
• Hay más presión sobre el organismo, lo cual dificulta el movimiento, entre otros problemas.
• Dicha presión afecta los gases que se respiran; se necesita una mezcla especial de ellos que pueden ser heliox (helio y oxígeno), para evitar la narcosis de nitrógeno, sin embargo puede provocar el síndrome de alta presión nerviosa; o nitrox (nitrógeno y oxígeno), con el cual se corre el riesgo de intoxicación por oxígeno, que causa convulsiones.
• Hay mayor riesgo de envenenamiento por un exceso de dióxido de carbono en la sangre.
• Es necesario ascender a una velocidad lentísima para evitar la enfermedad por descompresión –de no ser así, el gas que el buzo respira forma burbujas en la sangre y tejidos, y puede ser mortal–.
• Hipotermia: entre más se desciende, más fría es el agua.
Entonces, ¿cómo exploramos o trabajamos a gran profundidad? Las soluciones incluyen equipos especiales –exotrajes de buzo (ya hablamos de ellos), los cuales tienen el inconveniente de reducir la movilidad y destreza, aunque nuevos diseños buscan resolverlo–, otras mezclas de gases –como el trimix (oxígeno, nitrógeno y helio)–, cámaras de descompresión, y el suministro de gases a nivel de superficie –para respirar mediante un cable gases no sometidos a la presión–.