La defensa del bosque
Para los venados (familia los brotes de los árboles son un manjar. Son más suaves que las hojas maduras y tienen mejor sabor. Pero esto supone un problema de supervivencia para los árboles que dependen de estos retoños. Se trata de una peculiar ‘lucha’ entre ambas especies pues los cérvidos, a pesar de sus aspecto inofensivo, podrían provocar grandes daños a los bosques al impedir, con su apetito, que los brotes lleguen a desarrollarse.
Sin embargo, los árboles han creado un mecanismo de defensa que les ayuda a hacer frente al problema, como descubrieron biólogos de la Universidad de Leipzig y del Centro Alemán para la Investigación Integrativa en Biodiversidad, ambos en Alemania: algunas especies son capaces de reconocer cuándo uno de sus brotes o ramas más jóvenes se ha roto por casualidad o si, por el contrario, son los venados quienes han estado alimentándose de ellos.
El secreto detrás de tal habilidad radica en las sustancias químicas que hay en la saliva de estos animales. Al entrar en contacto con los retoños, el árbol desencadena una serie de mecanismos de defensa cuyo objetivo es desincentivar el apetito de los herbívoros: cuando los ciervos mordisquean los brotes, la saliva activa en los árboles una proteína cuya función es incrementar la producción de ácido salicílico, hormona que da la señal para aumentar la producción de ciertos taninos, sustancias amargas que las plantas producen. Son éstos los encargados de quitarles el hambre a los venados. A su vez, la planta compensa los brotes perdidos acelerando la aparición y crecimiento de nuevos retoños.
Los investigadores realizaron pruebas en especies europeas como el haya común ( y el arce ( Aplicaron en algunos ejemplares saliva de venado y verificaron cómo aumentaba en los árboles su producción de taninos. Aunque se requieren más estudios, es posible que otras especies usen el mismo tipo de defensa para evitar que los herbívoros limiten su desarrollo.