Cascadas de Nuevo León
Este exuberante sistema montañoso esconde cuevas, ríos subterráneos y espléndidas caídas de agua donde el deporte es observar y asombrarse.
Antes de que llegara el ecoturismo con promesas de experiencias exclusivas y emociones fuertes, mucha gente se contentaba con disfrutar un día de campo en las cascadas. En Nuevo León siempre representaron la típica escapada de fin de semana. A muy poco camino de las ciudades, son los sitios perfectos para ir con el grupo de amigos a chapotear o acampar, con vistas inmejorables de barrancas y un cielo picoteado de estrellas. Muchas cascadas de Nuevo León son ejemplo de estos sitios apacibles para ir con la familia, en los que no se necesita más equipo que una botella de agua, zapatos cómodos y mucha disposición para disfrutar del entorno. Sin embargo, en el caso de los aventureros experimentados, fanáticos de las alturas y el rapel, el Parque Nacional Cumbres de Monterrey tiene un sistema de barrancas y cañones perfecto. Este parque cubre un territorio de casi 177,000 hectáreas y contiene formaciones montañosas como el famoso Cerro de la Silla y el Cañón de la Huasteca, donde además de una gran diversidad de fauna y flora se encuentran las cascadas como opciones de aventura con diferentes grados de dificultad para cada tipo de viajero.
El Chipitín
Es uno de los mejores lugares para practicar el llamado “cañonismo” o descenso de cañones, actividad que requiere invertir en la renta de equipo que incluya trajes de neopreno para meterse al agua helada, chalecos salvavidas, cascos y arneses en buen estado. La mejor temporada para visitar este sitio ubicado en Potrero Redondo –un antiguo aserradero– es de marzo a septiembre, poco antes de la temporada de lluvias torrenciales y frío. El agua de las pozas es cristalina y perfecta para nadar, aunque lo más emocionante del recorrido sea llegar ahí a rapel (por algo le llaman también el Cañón de los 7 rapeles), en un descenso por cuerda de unos 80 metros, para el que siempre se debe contratar a un guía especializado. Se encuentra a unos 35 kilómetros de Monterrey, sobre la Sierra de Santiago, por un camino rocoso y de difícil acceso para el que se requiere una camioneta de doble tracción. Otras maneras de llegar son caminando o a caballo por veredas en el bosque, pero es posible perderse, por lo que es mejor ir acompañado de un experto. Cualquier