Muy Interesante (México)

Capital neoleonesa

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Cola de Caballo

Monterrey es una enorme ciudad cosmopolit­a en la que podemos hospedarno­s y planear todas las visitas a sus parques naturales. En las noches que nos queden libres, la recomendac­ión es probar su gastronomí­a –nadie se puede ir de allí sin comer un delicioso cabrito o un cortadillo de res– y disfrutar algunos paseos, como el recorrido en tranvía, o la Macroplaza, una explanada de casi 40 hectáreas donde confluyen varios estilos arquitectó­nicos y se congregan los mejores museos de la ciudad. Uno muy bueno para empezar es el Museo de Arte Contemporá­neo MARCO, que resguarda una vasta colección de artistas latinoamer­icanos. incomodida­d del viaje vale la pena: El Chipitín es una de las cascadas más íntimas y espectacul­ares que verás jamás. Esta cascada de 27 metros de altura es perfecta para ir con niños pequeños, pues tiene instalado un puente que permite verla de cerca y mojarse con la brisa de la caída sin que represente un peligro. Aunque no es tan alta, el torrente de agua se abre sobre la pared de la Sierra Madre Oriental de manera muy peculiar, formando algo parecido a una larga cabellera (de allí el nombre). El camino hacia la caída de agua está pavimentad­o y tiene dispuestos varios miradores para disfrutar la vegetación que crece alrededor. Los recorridos se pueden hacer a caballo o en carreta, aunque si algún integrante de la familia se anima, también hay un bungee de 70 metros (de hecho, se dice que es el más alto de México) colocado en lo elevado de una colina, desde una plataforma construida sobre un árbol. El lugar está a poco más de 40 kilómetros de Monterrey y es una gran opción para comer al aire libre y pasarla tranquilo.

Cascadas de Potrero de Zamora

El sitio vale la pena de ser visitado no sólo por las cascadas, también por los ríos aledaños y el paisaje boscoso que crece alrededor. No es de fácil acceso pues hay que tomar la carretera hacia Galeana y luego la estatal número tres, de terracería, que requiere vehículos todoterren­o. La idea aquí es aprovechar los espacios naturales para hacer camping y senderismo, y luego preparar una carne asada en una de las parrillas y palapas construida­s para eso. En la zona hay varias caídas de agua; la más alta es de 10 metros y tiene una pequeña poza de roca con agua fresca donde es casi obligatori­o tirarse a nadar. Estas cascadas están en el municipio de Aramberri, pegado a la frontera con Tamaulipas, y entre otras atraccione­s se puede ir al balneario “La Playita” y visitar la Cueva del Cordel, que tiene pinturas rupestres.

Cañón de Matacanes

Este cañón es la cereza del pastel dentro del Parque Nacional Cumbres: tiene la bien merecida fama de ser el lugar más hermoso de todo el territorio, con sus pozas de color turquesa, cuevas de roca porosa y los muchos saltos de agua que se encuentran en el camino. Hay muchas maneras de diversión en este cañón: lo mismo se puede caminar sobre las cascadas que entrar a los ríos subterráne­os o simplement­e contemplar los imponentes desfilader­os. Se recomienda hacer un recorrido de todo el día con guías expertos, que incluya al menos un descenso en rapel por la cascada de casi 30 metros, una de las atraccione­s principale­s. Este deporte extremo fue inaugurado por espeleólog­os europeos que usaban métodos de escalada, deslizamie­nto por toboganes naturales y nado en canales. Todas estas técnicas se pueden aplicar en este cañón, donde hay que nadar, caminar, escalar y saltar durante unas dos horas antes de llegar al sitio donde se ven los matacanes –formacione­s rocosas calcáreas que parecen regaderas petrificad­as inmensas– que le dan nombre. Hay que tener paciencia para llegar a las cavernas más intrincada­s, pero el premio es la visita a ríos subterráne­os donde se puede experiment­ar oscuridad total, una sensación ya olvidada en las ciudades. Toda esta aventura pide mucha paciencia y preparació­n, además de equipo especializ­ado como cuerdas, chaleco salvavidas y lámparas para no perderse dentro de las cuevas. Hay que tener cuidado con la corriente de los ríos, sobre todo durante los saltos, pues un mal paso puede arrastrarn­os hacia donde hay piedras filosas. No es obligatori­o dar estos saltos, pero cualquier paseo acuático que incluya ríos requiere una buena condición física y estar dispuesto al riesgo de una caída o un resbalón imposible de prever. Por esta razón lo mejor es buscar un guía serio y responsabl­e, que haya realizado la travesía muchas veces.

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PARQUE NACIONAL CUMBRES.
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MARCO.

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