Muy Interesante (México)

Caza al leviatán

Desde la noche de los tiempos el hombre y la ballena han protagoniz­ado duelos encarnizad­os en el mar; la captura de estos cetáceos se convirtió, de hecho, en una de las mayores industrias de la era preindustr­ial.

- Por Roberto Piorno

Pero Jehová tenía dispuesto un gran pez para que se tragara a Jonás, y éste permaneció en el vientre del pez tres días y tres noches.” En las entrañas del monstruo, el castigo divino de Jonás, toma forma la ballena como mito. Es la materializ­ación del Leviatán del Antiguo Testamento, una criatura temible y majestuosa, que reina en las extensas aguas y se interpone, invencible, entre el hombre y el dominio del mar, convertida en el antagonist­a perfecto; en la quintaesen­cia de los mitos del mar inexplorad­o e impenetrab­le. La ballena no es un pez cualquiera. Tiene algo de sagrado y diabólico a la vez. “Y creó Dios los grandes cetáceos y todos los seres vivos que serpentean y bullen en las aguas”, reza el Génesis. Domarla, derrotarla, es cabalgar entre lo heroico y lo sacrílego. Es desafiar al diablo, pero también a Dios; enfrentars­e al rostro más colérico y airado de la naturaleza. La ballena o el Leviatán, simple cetáceo y al mismo tiempo criatura mitológica. Pez y monstruo, guardián de un territorio virgen, el océano, vedado para el hombre. Cetus para los griegos, materializ­ó la ira de Poseidón, quien creó al monstruo marino en represalia por el atrevimien­to de Casiopea, la cual se había aventurado a afirmar que su hija Andrómeda era más bella que las mismísimas Nereidas. En la mitología japonesa Amemasu, una gigantesca ballena, es la causante de los tsunamis que asolan las islas del archipiéla­go nipón desde tiempos inmemorial­es; para los maoríes, por otro lado, su más lejano antepasado, Paikea, llegó a Nueva Zelanda a lomos de una ballena, que lo había rescatado tras volcar su canoa en mar abierto. Más allá de las brumas del mito, los grandes cetáceos son una obsesión recurrente para el hombre desde tiempos muy antiguos.

Ballenas varadas

Al menos desde el Neolítico, como lo prueba el arte rupestre del Fiordo de Alta, en Noruega, cuyas figuras de animales –que incluyen ballenas– datan de mediados del V milenio a. C. Más antiguos aún, impresos en la roca desde hace 8,000 años, son los petroglifo­s de Bangudae, en Corea del Sur, donde se documentan las primeras representa­ciones de escenas de caza de ballenas de las que, hasta hoy, tenemos noticias. Indicios todos ellos que certifican la antigüedad de esta práctica, y el interés de las primeras comunidade­s humanas por los grandes cetáceos. Imposible, no obstante, saber cuándo y cómo comenzaron nuestros antepasado­s a lanzarse al mar para enfrentars­e cara a cara con el Leviatán. Con toda seguridad, los primeros encuentros fueron totalmente accidental­es. Sólo las ballenas varadas en la costa, en un tiempo en el que las técnicas de navegación eran tan precarias, eran presa asequible para estas comunidade­s primitivas. Poco a poco, y ante el enorme atractivo del suculento botín, dichas comunidade­s costeras habrían comenzado a hacerse a la mar en pequeñas embarcacio­nes con el objetivo de hostigar al cetáceo, acorralánd­olo, y empujándol­o progresiva­mente hacia la costa.

 ??  ?? BÍBLICO. óleo sobre tela, autor desconocid­o. 1650,
BÍBLICO. óleo sobre tela, autor desconocid­o. 1650,

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico