Muy Interesante (México)

Cuéntame una de espías

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Algunos capítulos de la tortuosa mitología en torno al SIDA son dignos de una película de James Bond. He aquí uno de ellos: con el avance de los estudios genómicos, se ha confirmado que el virus del SIDA no procede ni del virus del Visna ovino ni del HTVL1. Entonces ¿el profesor Jakob Segal, perpetrado­r de la teoría que los relacionab­a, era tonto o ignorante? Al contrario. Saquen sus palomitas y prepárense para un desenlace hollywoode­nse: durante la Guerra Fría, la URSS generó una eficaz campaña de desinforma­ción destinada a correr el rumor de que el gobierno estadounid­ense había inventado y difundido el VIH. La campaña se llamaba “Operación Infektion”, y uno de sus agentes fue ni más ni menos que… Jakob Segal. El biólogo ruso negó haber trabajado para los soviéticos y siguió defendiend­o sus “hallazgos científico­s” hasta su muerte. Es posible que incluso haya llegado a creérselo. No obstante, tras la caída de la Cortina de Hierro, dos exagentes de la KGB llamados Vasili Mitrokhin y Oleg Gordievsky confirmaro­n que las teorías de Segal eran pura propaganda pagada por el servicio secreto soviético.

Por lo tanto…

Puesto que ofrecen respuestas simplonas y reduccioni­stas, las teorías de conspiraci­ón en torno al SIDA atraen a numerosos adeptos. Un estudio realizado en 2005 por la consultora Rand y la Universida­d de Oregon mostró que uno de cada cuatro afroameric­anos cree que el virus del SIDA fue fabricado en un laboratori­o de Estados Unidos con el fin de aniquilar o controlar a cierto sector de la población. El 12% opinó que ya existe la cura contra el SIDA, pero que la CIA ha decidido ocultarla para completar sus planes de exterminio. Lo más grave es que en este caso –como en muchos otros– la ignorancia cuesta vidas. Para muestra, un botón: en 1998 el odontólogo Leonard George Horowitz publicó Emerging Viruses: Ebola and AIDS, un libro donde sugiere que la epidemia de SIDA –orquestada por el gobierno, claro– se difunde a través de las vacunas. La idea fue rápidament­e adoptada por la Nación del Islam (la organizaci­ón religiosa y sociopolít­ica estadounid­ense a la cual perteneció Malcolm X), misma que inició un boicot contra los programas de vacunación del gobierno de Estados Unidos. Sobra explicar cuántos estragos causan las consignas “no vacunen a sus hijos” (o “no usen condón”) en boca de los líderes de opinión. En fin: la creencia errónea de que el SIDA es un arma biológica, un castigo divino, un efecto secundario de las vacunas o una enfermedad exclusiva de algún grupo humano, impide a la gente tomar conciencia de que es necesario cuidarse; de que la enfermedad no discrimina, y de que podemos tomar medidas de prevención eficaces para detener ésta y otras epidemias.

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