Sabías que...
Contrario a lo que podría suponerse, a lo largo de la historia de la Tierra la desaparición de lagos es un fenómeno común. “En el tiempo geológico todos los lagos son rasgos efímeros del paisaje”, explica vía correo electrónico el Dr. Javier Alcocer Durand, experto en Limnología por la Facultad de Estudios Superiores Iztacala (UNAM). “El destino de cualquier lago es, al final de cuentas, rellenarse (colmatarse, azolvarse) hasta desaparecer como cuerpo acuático. Estos procesos han sucedido y seguirán actuando a lo largo del tiempo”, escribe.
Un ejemplo de ello es el extinto Agassiz, un gigantesco lago glacial que existió en Norteamérica hace 13,000 años. La masa de agua formada a partir del deshielo de enormes capas heladas cubrió las regiones de los actuales lago Winnipeg y Manitoba, en Canadá, y parte de Estados Unidos. Tuvo su primer gran drenado hace 12,700 años. La causa fue un cambio en el clima terrestre; la temperatura aumentó derritiendo el hielo de lo que constituía la represa que permitió su acumulación. Las aguas se desbordaron al océano Atlántico y su nivel disminuyó. Si bien se recuperó, el Agassiz volvió a vaciarse hace entre 8,500 y 8,350 años. Esta vez, para siempre.
Los paleolimnólogos –quienes estudian la evolución de los lagos a lo largo del tiempo– saben que la desecación de lagos es un proceso normal y está muy relacionado con el clima. “A final de cuentas – dice Alcocer– el clima es el que explica el balance precipitación-evaporación.”
Existen procesos cíclicos que se pueden considerar dentro de la normalidad para algunas fuentes de agua: periodos de mayor precipitación pluvial y menor temperatura que conllevan a que los lagos incrementen el nivel de sus aguas, alternados con ciclos de menor precipitación pluvial y mayor temperatura en los que disminuyen sus niveles.
Esto sucede en los lagos estacionales, como en la cuenca del río Nilo, en África, o del Amazonas, en América del Sur. Cada año, durante la temporada de lluvias, se forman lagos que demandan territorios que se mantuvieron desérticos en la temporada pasada. Ciclos mayores y menos violentos son visibles en lagos como el de Chapala, Pátzcuaro y Cuitzeo, en México, cuyo nivel a lo largo de la historia alterna periodos inusualmente altos con otros extremadamente bajos. “A pesar de estar ubicados en cuencas hidrológicas diferentes, muestran variaciones en el nivel de sus aguas similares en el tiempo, lo que denota una dependencia de la ciclicidad climática”, apunta Javier Alcocer. Incluso, no es raro que cada 20 o 50 años cambien los niveles de oscilación de lagos en el mundo, pues ésta es causada por la variación cíclica de la actividad del Sol. El agua cubre 70% del planeta, sin embargo el 97% es salada, por lo que sólo el 3% es viable para consumo humano. De ésta, dos tercios se halla congelada en los glaciares o bajo tierra, de modo que sólo un 0.25% está disponible para ser consumida.