Sabías que...
Equilibrio alterado
Sin embargo, la actual reducción y desaparición de lagos en los cinco continentes no es parte de un proceso cíclico normal. Estudios indican que las temperaturas de los lagos más grandes han aumentado de manera constante en los últimos 25 años. El incremento, explican los investigadores, es de unos 0.34 grados celsius por década. “Eso es mayor que la tasa de calentamiento del océano o la atmósfera”, afirman. John Lenters, de la consultora en medio ambiente LimnoTech, advierte que “estos cambios sin precedentes, rápidos, en la temperatura, tienen profundas implicaciones para los lagos, su hidrología, productividad y comunidades bióticas”.
Los lagos son considerados una suerte de ‘marcadores’ del cambio climático dado que son especialmente vulnerables a sus efectos –a la par del aumento de temperaturas pueden disminuir los aportes pluviales, provocando desecación y aridificación–. Si bien no hay datos precisos, Marion Hammerl, de la Fundación Global Nature, alertó en 2010 durante una conferencia en Guadalajara, México, que las prolongadas sequías y el aumento de la temperatura terrestre propiciada por el cambio climático acelerarán la desaparición de unos 125,000 lagos en todo el mundo. Y es el Ártico donde las repercusiones de este fenómeno han tenido mayor impacto en las últimas fechas. Desde 1970 la superficie de sus lagos y estanques ha disminuido casi en un tercio, y una quinta parte se ha perdido debido al deshielo. Aún es pronto para entender cómo las variaciones en el ambiente afectan la supervivencia de estos ecosistemas, pero una cosa es segura: “se trata de un problema mucho más complejo que simplemente responsabilizar a una variante de lo que está sucediendo”, afirma Elda Luyando López, especialista en cambio climático y radiación solar del Centro de Ciencias de la Atmósfera (UNAM). “No es justo que le echemos la culpa totalmente al calentamiento global.” Si bien la desecación natural conlleva miles de años, la acción del hombre puede acelerarla incluso a decenas de años. Para Javier Alcocer no queda duda de que la influencia del hombre ha sido fundamental en el proceso de desecación. “En la mayoría de estos casos, no es a través del cambio climático antropogénico, sino de la intervención directa al desviar los afluentes, la sobreextracción de los mantos freáticos, la contaminación que favorece el crecimiento desmedido de fitoplancton o vegetación macrofítica, y otras actividades, que se ha acelerado.” En suma, actividad humana y cambio climático son el peligroso coctel que amenaza a nuestros cuerpos de agua. Existen 117 millones de lagos –sin contar los glaciares en Groenlandia y la Antártida–, que representan casi 4% de la superficie terrestre del mundo.