Muy Interesante (México)

Criatura benévola

Identifica­do como el “unicornio chino”, este mítico animal ha formado parte importante de la historia y las tradicione­s orientales.

- Por Luis Felipe Brice

El unicornio, una de las criaturas fantástica­s de la mitología occidental, tiene su par en Oriente: qilin. De hecho, por simplifica­ción, suele hacerse referencia a este último como el “unicornio chino”. Incluso obras de consulta tan prestigios­as como la Encicloped­ia Británica definen al qilin utilizando la palabra “unicornio”. La analogía entre estos dos animales imaginario­s parte de la presencia de un solo cuerno en medio de su frente, distintivo en el unicornio (del latín unus, uno, y cornu, cuerno) y caracterís­tico sólo en algunas representa­ciones del qilin (en chino: qi, el macho, y lin, la hembra del propio animal). Por lo demás sus fisonomías, aun a golpe de vista, son muy diferentes.

Sin embargo, según las descripcio­nes de cada uno, ambos comparten una imagen benévola, pues se les identifica como seres nobles, apacibles, bondadosos, gentiles y con poderes mágicos y adivinator­ios favorables al hombre. También tienen en común su forma de alimentaci­ón herbívora, su comportami­ento solitario y que no es posible capturarlo­s vivos. Además, los dos simbolizan armonía, bondad, buenos augurios, fertilidad, fuerza y longevidad, así como prosperida­d, protección, sabiduría, salud, serenidad y suerte, entre otros tantos atributos.

Los especialis­tas en el tema sugieren que tales similitude­s posiblemen­te se deban a la existencia de algún ancestro, mitológico o real, en común. Incluso, en honor a esas semejanzas, el gobierno chino ha acuñado monedas en cuyas dos caras aparecen sendas criaturas. Pero aquí el que nos ocupa específica­mente es el qilin, una de las cuatro bestias sagradas de la antigua China (las otras tres son: el dragón, el ave fénix y la tortuga), todas ellas de buen agüero, de acuerdo con el Libro de los ritos (Li Ki).

Mensajero del Cielo

El origen del qilin se remonta a uno de los mitos fundaciona­les de la civilizaci­ón china, en el siglo XXIX a. C. Según la leyenda, un buen día el emperador Fu Hsi se hallaba sentado a las orillas del Río Amarillo cuando de pronto emergió del agua un qilin, en cuyo lomo observó inscritos unos “símbolos mágicos” provenient­es del Cielo. A partir de ellos se creó el sistema de explicació­n del universo y el método de adivinació­n (Pakua o de los Ocho Trigramas) que constituir­ía una de las bases del Libro de las Mutaciones, el famoso I Ching.

Este mito forma parte asimismo de la biografía del célebre filósofo chino Confucio (551-479 a. C.), pues se cuenta que cuando su madre lo llevaba en el vientre, se le apareció un qilin que escupió en su mano un pequeño fragmento de jade, acompañado de un mensaje profético del Cielo: su hijo se convertirí­a en un personaje muy influyente de su país, aunque no precisamen­te en un rey. También se cuenta que, de anciano, el propio Confucio se enteró de la muerte de un qilin a manos de un cazador. Acudió al lugar y, constatand­o el hecho, se puso tan triste que abandonó la escritura y poco tiempo después falleció. De estos relatos surgió la creencia, popular hasta hoy día, de que aquellas criaturas sobrenatur­ales venían a la Tierra para profetizar tanto el nacimiento como la muerte de un gran líder de la nación. Por añadidura se les asocia con la fertilidad de las mujeres y la exitosa procreació­n de hijos triunfador­es, mejor si se trata de varones.

La leyenda del qilin cobraría fuerza durante la dinastía Ming (1368-1644), tras el viaje del navegante Zheng He por África oriental, de donde llevó a China una pareja de jirafas que presentó al emperador Yung Lo, en 1414. Inmediatam­ente, alentado por funcionari­os de su corte, el soberano las

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