Fantasmas de la radio
escucha del ‘Zumbido de Taos’ era de 48 a 72 kilómetros. Pero ¿qué o quiénes emiten “El Zumbido”? Si descartamos las teorías de la conspiración que culpan a los extraterrestres, a HAARP (el Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia, al cual ya dedicamos un artículo) y a cualquier otro supuesto plan descabellado, restan varias hipótesis sensatas, entre ellas:
a) Estamos ante varios casos de tinnitus: un problema auditivo que se caracteriza porque se escuchan ruidos dentro del oído sin que exista una fuente sonora externa.
b) Son emisiones otoacústicas (SOAEs), es decir, ruidos que se generan dentro de las estructuras internas del oído humano. Entre el 38 y el 60% de las personas en el mundo son afectadas por SOAEs.
c) Algunas personas son capaces de escuchar ondas del espectro de radiofrecuencia, o RF, que es la porción menos energética del espectro electromagnético. La RF está situada entre los 3 kilohercios (KHz) y los 300 gigahercios (GHz).
d) Es contaminación acústica provocada por maquinaria. La ciudad de Kokomo, Indiana, contrató a una compañía llamada Acentech Incorporated, para hallar el origen del zumbido y proponer soluciones. El líder de la investigación, James P. Cowan, encontró dos fuentes de ruido industrial que podrían ser los presuntos culpables: unos ventiladores en la fábrica de Daimler Chrysler y un compresor de aire de la planta internacional Haynes. Por recomendación de Acentech, ambas máquinas aminoraron su estruendo, pero las quejas acerca del Zumbido persisten hasta la fecha.
e) Los físicos Peter Bromirski y Peter Gerstoft, de la Universidad de California, plantearon que la fuente del infrasonido está en las costas del Pacífico de Centroamérica, y la fuente secundaria en la costa oeste de Europa. El artículo puede leerse en el sitio de la American Geophysical Union: sites.agu.org. De acuerdo con estos científicos, las olas del mar superficiales con longitud de onda muy larga actúan como mediadoras entre el cielo y el mar. Cuando las olas alcanzan aguas poco profundas, una parte de su energía se transforma en ondas de infragravedad u ondas IG, que poseen longitudes de onda aún más largas. Parte de la energía de las ondas IG puede acoplarse a la parte terrestre del planeta, y es registrada como “blips” por los sismógrafos de la Tierra.
Imaginen por un momento la siguiente escena: una apacible ama de casa canadiense está lavando los platos cuando de pronto escucha voces que provienen de su fregadero. Aguzando el oído, se da cuenta de que son transmisiones de la época de la Guerra Fría o de la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué está sucediendo? Vamos por partes. Hasta hace poco (2014) existía en las afueras de Sackville, Nuevo Brunswick, Canadá, una estación transmisora de onda corta de Radio Canadá Internacional, operada por la Canadian Broadcasting Corporation (CBC). Durante años la estación de Sackville fue utilizada por medios internacionales como la BBC, la Radio Internacional de China, la Deutsche Welle, Radio Suecia Internacional y NHK Radio Japón. Por increíble que parezca, las antenas de la estación de Sackville tuvieron efectos extraños en los residentes de la localidad: las ondas de radio eran captadas por las tuberías, haciendo que el refrigerador emitiera voces en japonés o en sueco. Además, había voces extrañas en los sótanos de las casas y las luces eléctricas se encendían y se apagaban sin razón aparente. Algunas personas soñaban en lenguas extranjeras, y luego llamaban a los técnicos de la CBC para investigar qué estaba sucediendo. Toda esta aventura fue registrada por Amanda Dawn Christie en su documental estrenado en septiembre de 2016. Vale la pena ver el filme, sobre todo porque ofrece explicaciones científicas a los temidos “pasos en la azotea”.
¿Diálogo de sordos?
Cada una de las teorías presentadas acerca del origen del Zumbido puede refutarse, al menos parcialmente. Veamos: podría ser tinnitus o SOAEs, pero entonces, ¿cómo ha podido registrarse en una grabadora? (Existe una grabación del Zumbido de Auckland realizada en 2006 por Tom Moir y Fakhrul Alam, dos científicos de Nueva Zelanda. Puede oírse –o casi oírse– aquí: http://bit.ly/2haDtBv).
Por otra parte, aunque es un hecho que el estrés puede provocar alucinaciones auditivas, resulta improbable que “El Zumbido” sea un caso de histeria colectiva, pues son relativamente pocas las personas que han escuchado el sordo estruendo. ¿Y qué hay de los individuos hipersensibles que sí llegan a percibir ondas producidas por RF? Bueno, pues resulta que oyen un sonido agudísimo, alrededor de los 13 kilohercios. Esta frecuencia tan alta no se parece en nada al famoso Zumbido.
Para terminar: la relación entre el infrasonido, las olas del mar y las ondas IG, con las costas como fuentes primordiales del Zumbido, es una de las explicaciones más aceptadas, o al menos las más plausibles hasta el momento. Sin embargo, la comunidad científica no ha expresado de manera unánime que ahí se encuentre la respuesta al misterio.
Por lo tanto…
Cuando existen tantas y tan diversas causas que pueden dar cuenta de un solo fenómeno –y cuando muchas de ellas resultan plausibles– la lógica parece indicar que no existe El Zumbido, o al menos, no en singular. Me explico: no es que se trate de un sonido imaginario. Vivimos en un planeta ruidoso: el viento que pasa entre valles puede sonar como si alguien soplara dentro de una botella, y los gases y líquidos del subsuelo tienen su propia ‘música’, parecida a la que emiten los tubos de un órgano. Varias especies también contribuyen a incrementar el estruendo. Por ejemplo: los cachalotes emiten vibraciones de sonido o ‘clics’ que sirven como un ‘sonar biológico’ para encontrar peces o calamares a grandes profundidades. Sus clics más fuertes llegan a medir 230 decibeles bajo el agua. Ese nivel de sonido es tan alto que ni siquiera puede existir en el aire, y menos mal, porque 230 decibeles en tierra no sólo dejarían a una persona sorda al instante: podrían matarla. Si a las múltiples fuentes geofísicas, atmosféricas y biológicas de los sonidos que nos rodean añadimos la contaminación sonora provocada por la acción humana, más los efectos del estrés y de las enfermedades auditivas, lo que en verdad deberíamos estar preguntándonos es: ¿puede existir el silencio?