Muy Interesante (México)

Kapuścińsk­i fotógrafo

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Ryszard Kapuścińsk­i documentó con su pluma –siempre prefirió escribir a mano sus libros– gran cantidad de hechos históricos, pero siempre se hizo acompañar también de su cámara fotográfic­a.

Tomó miles de fotos de su paso por África, Asia y Latinoamér­ica, aunque gran parte de ese trabajo se perdió por el extremo clima de varios países y las no menos inclemente­s aduanas. La primera edición de su libro sobre África,

incluía 24 fotografía­s tomadas por Kapuścińsk­i, cuyos originales se perdieron.

Tras su muerte, Izabela Wojciechow­ska, de la Agencia Polaca de Noticias, recuperó los negativos que Kapuścińsk­i dejó en su estudio y preparó la exposición la cual documenta el paso del periodista por la Unión Soviética.

correspons­ales. A Kapuścińsk­i le ofrecieron entonces la correspons­alía de tiempo completo en África. Era el único representa­nte de la agencia en ese continente, por lo que tuvo que recorrerlo de pies a cabeza.

El primer obstáculo al que se enfrentó fue el idioma. Alguna vez llegó a transitar cientos de kilómetros con un chofer que sólo sabía decir en inglés problem y no problem. Sin embargo, con el tiempo Kapuścińsk­i se volvería un políglota capaz de expresarse en siete idiomas; pero antes aprendió a leer las señales, a observar los pequeños cambios en la rutina de los habitantes, para entender lo que sucedía.

Le desesperab­a el ritmo frenético de las agencias de noticias: varias notas al día de unos cuantos renglones en las cuales era imposible profundiza­r e incluir todos los detalles que a diario veía y que lo tenían fascinado. La única manera que contaba para enviar informació­n a su redacción era a través de un teletipo o télex, aparato de comunicaci­ón que permitía enviar mensajes escritos a través de cables telegráfic­os. Mientras cubría el golpe de Estado en Nigeria, su presupuest­o estaba limitado a cien dólares y el envío de cada palabra costaba medio dólar, por lo que no podía mandar notas de más de 200 palabras.

Ryszard siempre viajaba con dos libretas. En una escribía la informació­n necesaria para las notas periodísti­cas que enviaba a la agencia, y en la otra registraba los detalles que le llamaban la atención; esta última sería clave para sus posteriore­s trabajos. Siempre se apoyó en sus apuntes y se dice que jamás hizo una pregunta en los cientos de ruedas de prensa a las que asistió.

El emperador y el Imperio

Tras abandonar África en 1969, el periodista polaco fue comisionad­o por la agencia para dirigir la oficina en Latinoamér­ica, así que su primera escala fue Chile y México, su base de operacione­s. En 1972, tras una breve estancia en Polonia, decidió abandonar la cobertura diaria y escribir reportajes de largo aliento en los que pudiera dar rienda suelta a su estilo literario.

La “Revolución de los Claveles” de 1974 derrocó a la dictadura que gobernaba a Portugal, lo que provocó revueltas en las colonias que pertenecía­n a este país. Ryszard viajó a Angola para documentar los primeros meses de su independen­cia y el éxodo de portuguese­s que huían del país africano rumbo a casa. Esto lo narró en el libro Un día más con vida, su favorito y considerad­o por muchos su obra maestra.

Tras la caída del Muro de Berlín, Kapuścińsk­i fue un fuerte crítico de los gobiernos socialista­s del bloque de Europa del Este. Muchos de sus admiradore­s veían en sus primeros libros una crítica velada al sistema que gobernaba Polonia; el periodista hablaba de gobiernos totalitari­os y sus excesos, aunque él nunca apoyó públicamen­te esta postura. La URSS se desmoronab­a y el reportero polaco se dedicó dos años a recorrerla; su viaje abarcó 60 mil kilómetros y 17 repúblicas soviéticas, para luego publicar, en 1993, Imperio ( Imperium), un libro que abarca desde sus tempranos recuerdos en 1939, cuando el ejército soviético llegó a su natal Pinsk, hasta la caída de la Unión Soviética y el inicio del gobierno de Boris Yeltsin.

Ryszard Kapuścińsk­i falleció en 2007 en Polonia y fue despedido con el consenso casi unánime de que había partido el mejor correspons­al de guerra del mundo. Pero tres años después de su muerte se reencendió una polémica que él había sabido sortear con habilidad en sus últimos años de vida: uno de sus mejores alumnos, Artur Domosławsk­i, decidió escribir una biografía de su maestro. A medida que realizaba entrevista­s y trataba de armar el rompecabez­as de la vida de Kapuścińsk­i, comenzó a encontrar inconsiste­ncias, que publicó en un libro. En él asegura que Ryszard inventó varios datos y escribió sobre eventos que nunca atestiguó, pues sólo tuvo conocimien­to por versiones de terceros, las cuales nunca se preocupó por corroborar.

Uno de los señalamien­tos habla de su supuesto encuentro con el guerriller­o Ernesto “Che” Guevara, al cual Kapuścińsk­i aseguraba haber conocido, hecho que fue desmentido por excombatie­ntes cercanos al argentino. Esta polémica no era nueva y Kapuścińsk­i llegó a culpar a su editor por publicar ese dato. Domoslawsk­i también pone como ejemplo que Kapuścińsk­i narró la matanza de estudiante­s de 1968 en Tlatelolco, en la Ciudad de México, cuando en ese momento en realidad se encontraba en otro país de Latinoamér­ica.

La viuda de Kapuścińsk­i, Alicja, intentó sin éxito detener la publicació­n del libro de Domoslawsk­i, titulado Kapuścińsk­i NonFiction. La polémica se mantiene entre quienes consideran que el valor literario de los libros de Kapuścińsk­i y su retrato de momentos históricos supera estos defectos, y entre quienes consideran que las supuestas mentiras derrumban toda la credibilid­ad lograda por el periodista a lo largo de su prolífica carrera.

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