Lady Maria Conyngham, de Sir Thomas Lawrence.
Desde muy pequeño, Thomas Lawrence mostró gran talento para dibujar a lápiz retratos de los huéspedes que se alojaban en la posada propiedad de su padre en Bristol, Inglaterra. De manera autodidacta, continuó su desarrollo y perfeccionamiento como retratista al óleo, convirtiéndose esta actividad en la principal fuente de ingresos de su familia. Cuando tenía 18 años de edad, se trasladó a Londres, donde su mentor fue el gran maestro del retrato Joshua Reynolds, presidente de la Real Academia y pintor oficial del rey Jorge III. Ambos cargos los ocuparía posteriormente el propio Lawrence, como reconocimiento a sus magníficos cuadros de distinguidos integrantes de la realeza, la aristocracia, la milicia, la diplomacia y el clero europeos.
Entre los miembros de esas élites figuraba Lady Elizabeth Denison (1769-1861), una londinense que, habiéndose casado y procreado cinco hijos con el irlandés Henry Conyngham, se hizo amante del rey Jorge IV hacia 1820. De los muchos beneficios económicos y nobiliarios que obtuvo como cortesana, destacan los retratos de ella y sus vástagos pintados por Lawrence, ya para entonces nombrado Sir por el monarca.
El retrato de Lady Maria Conyngham (1812-1843), la menor de las hijas, muestra a una bella y relajada adolescente que sonríe al espectador, quien no puede menos que compartir la veneración que se advierte en la mirada del perro que la acompaña en un entorno de penumbra boscosa. Se cuenta que el afecto de Jorge IV hacia la joven y la predilección por este cuadro lo motivaron a colgarlo en su dormitorio del Palacio de St. James. Para mayor referencia, este retrato es portada en una edición de la novela Emma de Jane Austen.