Tocar lo invisible
José Gordon platica con George Smoot, premio Nobel de Física.
Recientemente se descubrió que a tan sólo 39 años luz de distancia de la Tierra, existen exoplanetas, es decir, planetas que orbitan alrededor de una estrella diferente a nuestro sol. El nombre del astro rey de ese sistema es Trappist-1 y giran en torno a él siete exoplanetas de tamaño similar al de la Tierra. Los científicos plantean que tres o cuatro de ellos tienen las condiciones adecuadas (ni mucho frío ni mucho calor) para permitir la existencia de agua líquida en su superficie. ¿Nos estamos acercando a escenarios en los que encontraremos vida más allá de la que conocemos?
Ésta es una pregunta que siempre ha inquietado a George Smoot, premio Nobel de Física, quien plantea que la gran noticia que se ha dado en los últimos años y en meses recientes es el hallazgo de planetas alrededor de otras estrellas fuera de nuestro Sistema Solar. Los primeros se descubrieron a comienzos de los años 90 y ahora los hemos encontrado relativamente cerca. “¿Hay vida en otros sitios?”, nos pregunta Smoot asombrado ante la posibilidad. Su inteligencia gira alrededor del tema: “Los planetas con las condiciones para que haya vida en la forma en que la conocemos, donde consideramos que hay condiciones razonables, podrían llegar a ser del orden de mil millones en torno a varias clases de estrellas. Esos planetas tienen posibilidad de vida”.
Si estuviéramos hablando de observar la vida en la galaxia Andrómeda, estaríamos ante el problema de detectar algo que sucedió hace 2, 537 millones de años. La distancia se ha acortado. Si nos observaran con un telescopio maravilloso desde el sistema solar de Trappist-1, no nos verían en el presente; ciertamente no existiría la vida de un recién nacido, pero tal vez se podría observar el momento en que en 1972 aparecía el libro de García Márquez titulado La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada.
En todo caso, a Smoot le interesa la reflexión sobre lo que implican estas posibilidades en el marco de la convivencia humana y de los mapas de conocimiento del universo que se nos abren. Su imaginación se aviva con la curiosidad de un niño:
—Si una nave de extraterrestres aterrizara aquí y al salir sus tripulantes los filmara la televisión, si fueran muy distintos a los humanos, restaríamos importancia a las diferencias nimias por las que hacemos guerras, al compararlas con todas las especies que hay en otros lados y con cuántas cosas ocurren en el Universo.
Sabemos que hay millones de planetas habitables en la Vía Láctea. ¿Qué tan probable es que haya vida? Hay noticias de algunas personas que ven estructuras extrañas rodeando una estrella. ¿Puede ser una civilización muy avanzada que se rodea de ese tipo de estructuras para captar la energía solar y hacer proyectos formidables?
Cambio de perspectiva
Para George Smoot, dimensionar el lugar de la vida en el Universo nos obliga a cambiar urgentemente nuestros enfoques sobre lo que estamos haciendo con nuestro planeta. Me comenta con pasión:
—Pensar en eso te abre la mente, te da perspectiva. Yo siempre pienso en que lo más importante para la gente es ver cuán afortunada es por vivir en la Tierra, que está llena de vida. Pero también por tener educación y por ver lo que hay a su alrededor, ver lo que importa en la vida, qué es lo que importa hacer, cómo nos la arreglamos, ver cómo colaborar.
Lo que es claro es que estamos convirtiéndonos en una sociedad poderosa. Sin embargo, el poder conlleva responsabilidad. Si no tenemos cuidado, podemos destruir a la Tierra. Somos casi una civilización de nivel I.
Smoot se refiere a la escala planteada en 1964 por el astrofísico ruso Nikolái Kardashov para medir el grado de evolución tecnológica de una civilización. Tiene tres niveles que están basados en la cantidad de energía utilizable que una civilización tiene a su disposición. En términos
generales, se considera que una civilización de nivel I ha logrado el dominio de los recursos de su planeta de origen. George Smoot analiza lo que esto implica:
—Estamos a 7/10 del camino de controlar los recursos del planeta, pero en ese proceso podemos dañarlo mucho. Podemos obtener muchos recursos, obtener materiales raros para hacer celulares, podemos enviar señales de comunicación, ligas de entretenimiento por todo el mundo, tener eventos deportivos como el Mundial de Futbol. Podemos hacer todo esto que hace 100 años no podía realizarse. Pero al hacerlo podemos destruir el ambiente en una forma terrible. Aun así, somos 200 países que actúan como si no nos afectara lo que pasa en el mundo. Estamos en una etapa muy crítica del desarrollo de la sociedad en la que nos volvemos potencias planetarias. Lo que hacemos tiene un impacto enorme en el planeta y, sin embargo, no nos portamos como potencia planetaria. ¿Cómo pasaremos al siguiente nivel de civilización? ¿Cómo ser una potencia en el Sistema Solar?
¿Podríamos captar los recursos del Sistema Solar para usarlos en proyectos interesantes (nivel II)? ¿O aprovechar los de toda la galaxia, que sería llegar al nivel III de civilización? ¿Cómo vamos a prepararnos para eso? El problema es que estamos tan ocupados con los detalles cotidianos que no vemos la perspectiva, no vemos el universo ni nuestra vida, no vemos adónde vamos ni qué diferentes serán las cosas. La ciencia y la tecnología hacen grandes descubrimientos. Las nuevas tecnologías cambiarán nuestra vida.
Mi predicción es que en 20 años, menos de una persona de cada diez tendrá los trabajos usuales. Los robots harán nuestro trabajo. La gente hará otras cosas. ¿Cómo será ser humano, qué haremos, cómo viviremos?
Un contexto más amplio
—En esta perspectiva empieza a ver nuevos patrones. Eso es muy interesante porque sus mapas de las estrellas y galaxias le permiten ver modelos de comunicación desde una visión amplia. ¿Esto lo invita a ver otros patrones al relacionarnos con los demás?
—Ocurre que construimos instrumentos mucho mejores para explorar el Universo. Dedicamos más tiempo a ello, pensamos más cómo hacer las cosas. Incluso creamos nuevas técnicas. Yo doy ejemplos de cómo pasamos de algunas imágenes de algunas galaxias a miles de galaxias, a un millón de galaxias… ahora tenemos en nuestros mapas 5 mil millones de galaxias. En unos años esperamos tener entre 20 y 50 millones. La apreciación es muy diferente cuando lo ves como un todo. Es como estar sentado en este cuarto. Te da una idea de cómo es el mundo. Luego sales a la ciudad y ves el patrón. Son distintas las ciudades en una colina, en la Ciudad de México o una ciudad costera como Cancún. Debes experimentar una fracción grande de México antes de saber cómo es. Cómo es la tierra, cómo es la gente, cómo son las ciudades. Son muy distintas.
Y eso es lo que hacemos, estudiar partes del Universo, aprender más al respecto. Pasa lo mismo que con la Tierra, estudias sus partes y tienes una mejor imagen de lo que pasa. Y luego empiezas a pensar en por qué la gente se comporta como lo hace.
Siempre regreso a la idea de que la gente se queda atrapada en las minucias cotidianas. Los detallitos de su vida: “¿Me alcanza la leche para el cereal? ¿Libraré el tráfico para llegar a trabajar?”. No piensan en quiénes son, adónde van, cuál es el patrón más amplio en su vida, ¿qué voy a hacer?
Nací, tengo una familia, tengo amistades, voy a la escuela, aprendo, empiezo una carrera, hago todo esto. ¿Cómo encaja lo que vivo en la sociedad? ¿Cómo encaja lo que haré hoy en este patrón más grande? ¿Por qué peleo con mi vecino cuando su perro pisa mi pasto? ¿Por qué eso es tan importante para mí?
Desde una perspectiva más general no lo es. ¿Por qué países vecinos pelean entre sí? En muchas partes del mundo la gente vive amenazada. Hay millones de refugiados del Medio Oriente. Su vida es caótica por esto. ¿Y a qué se debe? En gran medida se debe a que las cosas se salieron de proporción.
—Y en este contexto, hay un recurso primordial que está detrás de todos los medios que podríamos usar para volver a recuperar la dimensión que tenemos en el Universo; hablo de la curiosidad.
—En inglés tenemos un dicho, creo que es el mismo en español: la curiosidad mató al gato. ¿Por qué el gato es curioso? Para explorar su entorno, ver qué recursos hay y buscar cuáles son las rutas de escape; ser curioso significa una técnica de supervivencia. Pero también es peligroso, por eso la curiosidad puede matarlo, porque puede hacer algo peligroso.
Sin embargo, los humanos han sido curiosos, por eso han estudiado el mundo, cómo funcionan las cosas. Tenemos mucho más poder en nuestra vida que nuestros ancestros. Pensemos en cómo era la vida cuando hace 100,000 años había herramientas muy simples. En contraste, ahora la gente tiene coche, teléfono celular, refrigerador (que para mí es el mejor invento porque me gusta tener comida fresca). Tenemos todas estas comodidades que hacen mejor nuestra vida que la de los reyes de hace 100 o 200 años. Vivimos con lujo, podemos pedir una cerveza. Podemos hacer muchas cosas que antes era un triunfo lograr que sucedieran.
George Smoot es consciente del doble filo de la curiosidad: es peligrosa, pero también nos puede llevar al conocimiento:
—La curiosidad nos ha llevado a explorar, a buscar, a encontrar y también a realizar investigación científica que nos ha hecho entender cómo funciona la naturaleza. Nos ha dado herramientas nuevas. Hace 110 años descubrimos el electrón. Hoy todos tienen algún aparato electrónico. Hay que pensar en la época anterior a la de Thomson y su descubrimiento del electrón, la gente no tenía aparatos electrónicos, no existían.
La curiosidad ha sido una herramienta poderosa para cambiar la sociedad humana. Es muy viable predecir que cambiará nuestra vida mucho más rápido.
La curiosidad puede ser peligrosa, pero nos lleva al conocimiento.