La playlist del Beethoven menos conocido
Casi todo el mundo conoce las sinfonías quinta y novena, pero hay otras obras de Beethoven que revelan inesperadas facetas de un creador polifacético, sensible y, muchas veces, alegre. Esta es nuestra selección:
1 Sinfonía N.°3, o Heroica. Para no pocos expertos, es la mejor de las nueve sinfonías por su recorrido de estilos, desde el impactante principio hasta la marcha fúnebre del segundo movimiento. Compuesta entre 1803 y 1804, iba a llamarse Bonaparte, pues Beethoven veía en Napoleón la encarnación de las ideas revolucionarias que él defendía; pero cuando este se coronó emperador, tachó cualquier alusión a su nombre.
2 Concierto para violín en re mayor op. 61. Primer y único concierto compuesto por Beethoven para violín y orquesta. Sorprendió en su estreno en 1806 por su duración, estructura, la cantidad de instrumentos y la dificultad de la parte del violín solista, que llevó a algunos a considerarlo imposible de tocar. Lo desmienten las versiones de Anne-Sophie Mutter o Isabelle Faust. El ánimo del oyente sube a cada nota.
3 Cuarteto para cuerda N.°14, op. 131. Escrito en 1826, sus siete movimientos deben tocarse sin interrupción, lo que representa un esfuerzo adicional para los músicos, pero ofrece una sensación de fluidez a medida que se viaja de un pasaje a otro. No hay que hacer caso a lo que dijo Wagner del adagio que lo abre –“la cosa más triste que se haya escrito nunca”– y sí estar atentos a las sorpresas que vienen después.
4 Sonata para piano op. 81 a, o Les Adieux. Se ha elegido esta como se podía haber escogido la Appassionata, la Patética, la Tempestad… todas las sonatas para piano escritas por Beethoven son una delicia y constituyen uno de las mejores vehículos para acercarse a su música. Muchas tienen su pequeña historia, como en el caso de esta, escrita para su amigo y pupilo, el archiduque Rodolfo de Austria, cuando tuvo que abandonar Viena ante la ocupación francesa.