¿QUIÉN TOMARÁ EL BASTÓN DE JAMES RANDI?
El ilusionista deja como legado su talante y una estela de seguidores
“Estoy muy orgulloso de haber seguido los pasos de Houdini”, decía James Randi en alusión a la cruzada contra médiums y otros embaucadores que había protagonizado en su día el mago de origen húngaro. Él ofreció entre 1996 y 2015 un millón de dólares a quien demostrara, en condiciones controladas, cualquier habilidad paranormal o algo que se considerara científicamente imposible, como que la homeopatía funcione. Seguía así una tradición que se remonta a 1922, cuando la revista Scientific American ofreció 2,500 dólares a la primera persona que fotografiara espíritus, y otros 2,500 a aquel que produjera manifestaciones psíquicas. Entre quienes debían verificar los hechos, estaba Houdini. Después de ese reto inicial hubo otros patrocinados por magos como
Joseph Rinn y Joseph Dunninger, dos ilusionistas que durante el siglo XX enfrentaron a médiums y otros supuestos dotados de poderes extraordinarios. Nadie ganó nunca uno de esos premios.
Randi se consideraba heredero intelectual de John Nevil Maskelyne, un mago victoriano que desenmascaraba médiums, y de Harry Houdini. Él, a su vez, creó escuela con alumnos como Banachek –uno de los jóvenes que dejaron en ridículo a los parapsicólogos del Laboratorio McDonnell y que ahora diseña ilusiones para Penn & Teller–, Criss Angel y David Blaine, entre otros. Desde Maskelyne en la segunda mitad del siglo XIX hasta Randi, siempre ha habido magos que han destacado como cazadores de charlatanes. Es cuestión de tiempo que alguno llene el enorme hueco dejado ahora por un hombre cuya valentía, arrojo y compromiso social han servido de ejemplo a científicos, escépticos y divulgadores de todo el mundo. “Están haciendo mucho daño a la gente. La hacen sufrir y, en algunos casos, sus víctimas son personas con problemas mentales que deben tratar profesionales”, aseguraba Randi sobre los promotores de supercherías.