GRANDES PROBLEMAS, PEQUEÑAS SOLUCIONES
Dos meses atrás, en la edición de marzo, publicamos una infografía sobre la cantidad de plástico que flota en el mar. Ahí veíamos la ubicación de las cinco grandes islas de basura acumuladas por las corrientes marinas y nuestro pésimo manejo de desechos. La isla/torbellino de basura más cercana a México es la del Pacífico Norte: tiene una extensión de 1.7 millones de km ² ... ¡esos son casi los 1.9 millones de km ² de superficie continental de nuestro país!
Yese es sólo un renglón en la larga lista de crisis medioambientales que nos amenazan: extinciones masivas de especies, destrucción de bosques y selvas, calentamiento global y sus consiguientes tormentas mucho más severas. Esas gigantescas problemáticas nos preocupan a muchos, pero por su calado también nos intimidan y nos dejan con una sensación de que nada podemos hacer o que es tarea de alguien más: de los gobiernos, de las grandes corporaciones o de esa inmensa y difusa masa de “gente cochina” que, desde nuestra óptica, siempre genera más basura que uno.
No podemos perder de vista que juntos llegamos hasta el punto en el que estamos, y que dependerá de todos nosotros que las cosas mejoren o no. Cada acción, por pequeña que sea, cuenta. Y hay mucho que podemos hacer para ayudar: desde cambiar nuestros hábitos de consumo y buscar opciones menos contaminantes hasta organizarnos con amistades y salir a levantar la basura del parque más cercano. Nos toca tomar acción porque, al final, la enorme amenaza no recae en la Tierra –que perfectamente puede seguir girando alrededor del Sol sin vida en la superficie–, sino sobre nosotros, que tenemos esa engorrosa costumbre de respirar. El desafío es titánico. Como dice el científico británico James Lovelock: “Tristemente, es más fácil crear un desierto que un bosque”; no obstante, la solución está en nuestra manos.