Pocos sesos
Decir que una persona que suele tomar decisiones impulsivas y arriesgadas es de “poca cabeza” no está tan errado. Gideon Nave, del Departamento de Marketing de la Escuela de Negocios de Wharton de la Universidad de Pensilvania, EUA, encontró que hay una predisposición genética entre quienes optan por el riesgo, como conducir a altas velocidades o dejar la estabilidad de un trabajo fijo por emprender un negocio propio, y de hecho, esto tiene un rastro apreciable en sus cerebros. ¿De qué forma? Menos materia gris.
Nave analizó los escaneos cerebrales y datos genéticos de 12,675 individuos procedentes del UK Biobank, una base con información biomédica de más de 500,000 voluntarios de entre 40 y 69 años. Él y su equipo tomaron como indicadores de tolerancia al riesgo comportamientos como fumar, beber, promiscuidad sexual y conducir arriba del límite permitido.
“En las personas que asumen riesgos hay muchas regiones cuya anatomía está alterada”, explica Nave. Tras examinar áreas como la amígdala –que otros estudios han relacionado con este rasgo impulsivo– hallaron niveles más bajos de materia gris. También identificaron una disminución en otras zonas hasta ahora no vinculadas a la toma de decisiones aventuradas, tales como el hipocampo, que participa en la creación de nuevos recuerdos, o el cerebelo. En suma, son tres las zonas del cerebro cuya diferencia en materia gris podría traducirse hasta en 2.2% de la disposición genética hacia el comportamiento arriesgado.
Los hallazgos mencionados fueron replicados en un segundo análisis con imágenes de escaneo cerebral de otros 13,004 participantes adicionales. Todavía quedan aspectos por estudiar para desentrañar el origen de este tipo de comportamiento, pues en este ensayo no se han valorado otros factores, como los sociales y ambientales, según refiere el investigador.