Muy Interesante (México)

DAMA LLENA DE SECRETOS

- Por María Fernández Rei

Leonardo da Vinci (1452-1519) es una ventana abierta a la sorpresa constante. Uno de sus cuadros más célebres, La dama del armiño, resulta que no es uno, sino tres: gracias a las nuevas tecnología­s, que han llegado a las profundida­des de la obra, se sabe que el genio creó tres versiones sobre el mismo soporte.

Esta obra maestra es uno de los cuatro retratos femeninos pintados por Leonardo da Vinci que se conservan. Los otros tres son La Gioconda, el retrato de Ginebra de Benci y La belle ferronière. La dama ha sido identifica­da con Cecilia Gallerani, retratada cuando era la amante de Ludovico Sforza, duque de Milán. Leonardo estaba al servicio del noble italiano, quien fue su protector durante los 18 años que trabajó en Italia.

Este retrato de Cecilia aparece citado en una composició­n de un poeta de la corte de Ludovico. Famosa en dicha corte milanesa por su inteligenc­ia y belleza, la propia dama lo menciona en una carta de 1498 y habla de él como de un retrato realizado cuando era inmadura.

Fue el ingeniero francés Pascal Cotte quien descubrió, en 2014, que el genio había pintado tres versiones. Lo hizo gracias a una técnica denominada L.A.M., que permite lograr imágenes de 240 millones de pixeles y escanear el cuadro detectando –como si se pelara una cebolla– todas las capas de pintura. Con esta potente luz pulsada es posible llegar a apreciar cualquier variación de la obra, por muy profunda que esté.

Cambios sucesivos

En la primera versión, Cecilia Gallerani, la joven milanesa de 15 años, aparece sin el animal en el regazo. En la segunda se añade el armiño, que hace alusión a Ludovico Sforza, conocido con el apodo de “el armiño blanco”. Y en la tercera versión se modifica el armiño, haciéndolo un poco más grande.

Sin duda, lo más interesant­e que cuenta este descubrimi­ento es que el gran artista italiano siempre estaba cambiando su forma de pensar. Añadía cosas, borraba otras; modificaba el curso de su arte una y otra vez.

El cuadro pertenece a la familia polaca Czartorysk­i desde que el príncipe Adam Jerzy lo comprara en Italia a comienzos del siglo XIX. De forma casi estable, la obra puede verse en el Museo Nacional de Cracovia aunque, por remodelaci­ones en ese centro artístico, también se ha exhibido en el cercano castillo de Wawel.

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