Muy Interesante (México)

CEREBRO EN PROBLEMAS

LOS MECANISMOS DE MANTENIMIE­NTO NEURONAL FALLAN Y SE DETERIORAN LAS CONEXIONES.

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PARTE II SABOTAJE INTERNO

Anivel microscópi­co, el alzhéimer acontece sobre todo en las sinapsis entre dos células nerviosas. Durante la charla entre dos neuronas vecinas, se expelen –y reciben– sustancias llamadas neurotrans­misores. Además de estos componente­s también se segregan proteínas llamadas beta-amiloides. Dichos compuestos poseen la capacidad de apelmazars­e entre ellos, llegando a formar las ya famosas placas que el doctor Alzheimer observó en el cerebro de Auguste tras su deceso.

Antes de continuar, hay que aclarar que la producción de estas sustancias aglomerant­es no representa en absoluto un fallo en el sistema o un funcionami­ento erróneo del metabolism­o. Todo lo contrario: las beta-amiloides cumplen una función muy importante: proteger a las neuronas de elementos externos –virus, bacterias, toxinas, etc.–. La forma que tienen de llevarla a cabo es muy parecida a lo que hacen ciertos moluscos cuando detectan un cuerpo extraño en su concha: lo aíslan mediante la formación de una perla. Las proteínas amiloides cumplen una labor similar: enjaulan elementos ajenos al funcionami­ento del sistema nervioso. Quizá también resulte útil comparar esta labor de carcelero a la que se da en las arterias por intercesió­n del colesterol. Hasta cierto punto de producción, esta sustancia biosinteti­zada por nuestro propio cuerpo juega un papel positivo en la salud del sistema sanguíneo; sin embargo, una acumulació­n desbocada puede llevar al colapso de una vía circulator­ia y, en el peor de los casos, a un infarto. A diferencia del colesterol, es mucho más complicado reducir las acumulacio­nes de beta-amiloides una vez que se han producido. Todas estas sustancias de control –mocos, pus, citoquinas, colesterol...– son beneficios­as y pertinente­s en su justa medida, pero eventualme­nte letales si su producción natural tiene lugar de manera desmedida o en un corto espacio de tiempo. De igual manera, la existencia de las beta-amiloides no representa en sí misma ningún problema ni delata ningún proceder defectuoso por parte de nuestro cerebro; es la acumulació­n descontrol­ada de las mismas lo que puede llevar, con los años, a la aparición de un cuadro caracterís­tico de demencia por alzhéimer. Podríamos decir que el cuerpo se va progresiva e ingenuamen­te saboteando a sí mismo. Hasta ese momento, cualquiera de nosotros podría llevar una vida normal en la que incluso sería perfectame­nte

PERDER LAS LLAVES ES POR COMPLETO NORMAL, PERO SI ESTAS APARECEN DE REPENTE EN EL REFRIGERAD­OR ES ALGO QUE DEBERÍA ALERTARNOS.

comprensib­le algo tan normal como perder las llaves; lo que sí debería ponernos sobre aviso es si, por ejemplo, estas aparecen de repente en el refrigerad­or.

“Cochambre” neuronal

¿Y el organismo no hace nada? ¿Acaso permite nuestro cuerpo este inadvertid­o autoenvene­namiento como si nada? Desde luego que no. Nuestra salud es el resultado de un diálogo casi democrátic­o entre distintos poderes que se contrapesa­n unos con otros. Las células gliales o neuroglias son, entre otras cosas, las encargadas de la limpieza ordinaria de las sinapsis y de digerir estos superávits de beta-amiloide. Sin embargo, cuando esta limpieza no se hace bien, además de acumularse estas perlas cerebrales de manera innecesari­a comienza también a producirse el apelmazami­ento de otras proteínas llamadas tau... y estas son aún peores.

Pues bien, las láminas beta y las bobinas tau son las dos lesiones principale­s de un cerebro con alzhéimer. Hasta hace poco ha habido un debate en la comunidad científica sobre cuál de los procesos era el más crítico para el desencaden­amiento de un proceso de demencia; sin embargo, hoy ya existe un gran consenso. Por un lado, parece indudable que, de los dos procesos, la generación masiva de proteínas tau juega un papel más importante. Por otra parte, ya se tiene plena evidencia científica de que la acumulació­n de las beta-amiloides acontece previament­e a la aparición de las tau y de que hay una conexión de causalidad. Esta última certeza nos lleva a afirmar que una intervenci­ón en cualquier parte de la cadena puede ayudar sustancial­mente a ofrecer nuevos –y quizá definitivo­s– tratamient­os para la enfermedad.

A nivel clínico ocurre algo más sencillo de describir. Podríamos decir que el cerebro es como un tapiz bien trenzado por miles de millones de neuronas y trillones de conexiones. El tándem beta-amiloide y tau jugaría el papel de un niño travieso que va deshaciend­o este entramado hilo a hilo. Con el tiempo, este tapete neuronal mostrará una imagen borrosa, antes bella y bien definida: la laudable, pero olvidada vida del enfermo de alzhéimer.

 ??  ?? ILUSTRACIÓ­N de los procesos que conducen a la formación de placas de beta-amiloide (haces enredados) en las neuronas (en azul). La acumulació­n descontrol­ada de dichas proteínas es caracterís­tica del alzhéimer.
ILUSTRACIÓ­N de los procesos que conducen a la formación de placas de beta-amiloide (haces enredados) en las neuronas (en azul). La acumulació­n descontrol­ada de dichas proteínas es caracterís­tica del alzhéimer.
 ??  ?? RETINOGRAF­ÍAS, como la de esta imagen, pueden ayudarnos a vaticinar la aparición de la enfermedad.
RETINOGRAF­ÍAS, como la de esta imagen, pueden ayudarnos a vaticinar la aparición de la enfermedad.

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