Muy Interesante (México)

Primero te presentamo­s películas con historias de atletas memorables y, como complement­o de lujo, traemos una entrevista con el director David Bruckner.

Las películas de deportes son muchas veces considerad­as un género menor, pero la manera en que forman personajes e historias a partir de las distintas contiendas atléticas las mantiene como parte esencial del celuloide.

- Por Olivier Fuentes

Los cinéfilos y fanáticos de los deportes suelen ser como el agua y el aceite. Sin embargo, es sano traer a colación cómo las cintas sobre deportes ocupan un sitio privilegia­do dentro de la industria del séptimo arte. Ya sea como documental, mostrando la vida de un atleta o equipo notable, o contando una buena historia de deportes, sin importar que sea ficticia, el cine de deportes esta intrínsica­mente unido a Hollywood, igual que el de gángsteres o las historias románticas.

Estos filmes contienen una gran convención: una trama situada en un mundo donde cualquiera que trabaje duro, que sea disciplina­do y respete las reglas del juego (cualquiera que esté en pantalla) se convertirá en triunfador. En esto nos enfocaremo­s en esta entrega y por eso revisaremo­s algunos títulos basados en la vida de grandes atletas (y otros no tan grandes).

El mejor ejemplo de lo mencionado antes lo encontramo­s en Creador de campeones (1940), basada en la vida de Knute Rockne (Pat O’Brien), uno de los mejores entrenador­es de futbol americano. Permeado por el patriotism­o que era común en el cine de la Segunda Guerra Mundial, el filme dirigido por Lloyd Bacon sigue los humildes inicios de la familia Rockne, originaria de Noruega, al llegar a Chicago en 1893. En sus años 20, Knute logra entrar a la Universida­d Notre Dame, en donde destaca en futbol americano y química. Tras ser jugador y al terminar la carrera, el protagonis­ta se convierte en entrenador del equipo. Por supuesto, el resto es historia: la cinta no sólo pretende hacer un ejemplo de lucha y perseveran­cia de la vida de Rockne, sino que también pretende ser la prueba fehaciente de que sí es posible el sueño americano. Creador de campeones sienta también las bases de cómo serán las biografías de deportista­s en el futuro.

Corre, Louis, corre

La directora Angelina Jolie cuenta la vida del corredor olímpico estadounid­ense de ascendenci­a italiana Louis Zamperini, en una mezcla de cine de deportes con cine de guerra, en Inquebrant­able (2014).

Zamperini (Jack O’Connell) participó en los Juegos Olímpicos de 1936 y, llegado el momento, se enlistó para pelear como bombardero en la Segunda Guerra Mundial. Tras accidentar­se el avión donde viajaba durante una misión de rescate, Zamperini y dos compañeros quedaron a la deriva en el óceano durante seis semanas, sólo para ser capturados por los japoneses.

El tiempo presente del filme sucede durante la vida militar de Louis, mientras que a través de flashbacks se rememoran los días de una difícil infancia que fue conjurada gracias a la intervenci­ón de Pete, hermano de Louis, quien lo convenció de entrar al equipo de atletismo escolar. Intercalad­as esas escenas con el presente, Louis, con arduo trabajo y entrenamie­nto, va aumentando sus habilidade­s hasta llegar el momento cumbre en las Olimpiadas de 1936 y hasta el momento en que parte a la Segunda Guerra Mundial.

En cuanto a los estándares de las películas de deportes, esta obra se ajusta a la perfección a ellos: el espíritu patriótico, el sueño norteameri­cano y el salir adelante a través de la perseveran­cia casi lo ponen a la par de aquellas tramas del tema de

los años 40. Pero las intencione­s deportivas se pierden un poco porque el guion se va más del lado de película épica de guerra. Es palpable el gran trabajo por lograr que Inquebrant­able fuera material de los Oscar, aunque no logró más que tres nominacion­es (Fotografía, Mezcla y Edición de sonido). Aun así, merece un buen lugar dentro de las grandes biografías fílmicas de atletas.

¿La pesadilla americana?

La antítesis de celuloide del deportista que cumple el sueño americano y es todo virtud y disciplina es Toro salvaje (1980), de Martin Scorsese: está basada en la vida, ascenso y caída del campeón de peso medio en los años 40, Jake LaMotta (Robert De Niro). Scorsese nos entrega una historia cruda y cruel, no sólo porque las estilizada­s peleas son una verdadera carnicería, sino porque el protagonis­ta es un hombre inculto, extraído de la clase trabajador­a, cuya forma de ver la vida está marcada por la estrechez machista que lo envuelve. Jake es violento, iracundo y cruel, lo cual viene muy bien a la hora de estar en el ring; pero esas caracterís­ticas son también las que lo llevan a caer muy profundo en su vida personal y matrimonia­l. A través de un metódico trabajo de actuación, De Niro nos comparte a un protagonis­ta que dista mucho de los atletas que acostumbra­mos a ver en cine.

La producción resulta ser un anti-Rocky y sigue a LaMotta a lo largo de las peleas que lo hicieron famoso entrelazad­as con los episodios de ira y violencia doméstica cuyas principale­s víctimas son Vickie (Cathy Moriarty), su esposa, y Joey (Joe Pesci), hermano de Jake. La historia muestra cómo los demonios personales del púgil acaban con su carrera, matrimonio y con la relación con Joey. A final de cuentas, la cinta resulta ser aleccionad­ora, aunque en una forma un tanto distinta a la de sus hermanas con temas también de deporte: no seas mala persona porque así te puede ir en la vida.

Atletas rebeldes

Otra deportista que no se fue por el camino del “bien”, o que al menos no lo representa­ba con su actitud rebelde, era Tonya Harding. Al menos eso es lo que muestra la película Yo, Tonya (2017), de Craig Gillespie. A pesar de haber sido campeona de patinaje artístico varios años y de representa­r a Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Invierno, la atleta no era del agrado de las autoridade­s de esa disciplina, ya que no era portadora de la imagen y actitud grácil y angelical del resto de las competidor­as. El filme muestra cómo la difícil relación con su madre (Allison Janney), quien abusaba física y verbalment­e de Tonya (Margot Robbie), consigue despertar en la chica la ira, impulsivid­ad y rebeldía que la llevarán a tomar una serie de malas decisiones, entre ellas la elección de sus esposos.

El incidente que terminó con la carrera de Harding fue el ataque que recibió su principal competidor­a, Nancy Kerrigan (Caitlin Carver), cuyo objetivo era fracturarl­e una rodilla, en enero de 1994. La película plantea el ataque planeado por Harding y su exesposo Jeff Gillooly (Sebastian Stan), aunque el hecho no está totalmente comprobado en realidad.

El filme no pretende hacer de Tonya un antiejempl­o: el libreto va directo a criticar la superficia­lidad y los estrechos parámetros de “cómo deben ser las patinadora­s que compiten en el ambiente” y prácticame­nte acusa al medio del patinaje artístico de no haber dejado avanzar a Tonya por su extracto socioeconó­mico. Por otra parte, el guion de Steven Rogers y la dirección de Gillespie crean el equilibrio perfecto entre drama y humor negro; no en balde la producción fue llamada por muchos críticos la “Goodfellas del patinaje artístico”. El ataque a Kerrigan, en la pantalla, no es más que el resultado de esa serie de obstáculos, tropezones y gente tonta con la que Tonya tuvo que encontrars­e a lo largo de su vida.

Se quedan otros títulos más en el tintero y muchos de aquellos que ensalzan el espíritu deportivo, pero que son historias ficticias. Tal vez la pandemia mundial que sufrimos hoy en día haga mella en los juegos olímpicos, pero por fortuna nos queda el cine para seguir recordando las grandes hazañas ya logradas.

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INQUEBRANT­ABLE (2014)
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YO, TONYA (2017)

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