Muy Interesante (México)

Matrimonio­s que pasaron a la historia por polémicos, suntuosos, trascenden­tes o, de plano, escandalos­os.

- Por Nacho Otero

Desde los remotos tiempos de la Antigua Roma hasta nuestros días, repasamos a continuaci­ón nueve matrimonio­s históricos y uno literario que hicieron época: unos por su espectacul­ar suntuosida­d, su glamour o su trascenden­cia política; otros por romper moldes, ir contracorr­iente o incluso causar escándalo en la sociedad del momento, y algunos por todo a la vez. NUPCIAS DE OCTAVIO Y LIVIA | 17 DE ENERO DE 38 A.C.

El día que nació su hija Julia, Octavio se divorció de su esposa Escribonia alegando “no soportarla” (Suetonio, Vida de Augusto). La verdadera razón era que se había enamorado de la patricia Livia Drusila, pero ella estaba casada, tenía un hijo (el futuro emperador Tiberio) y esperaba otro. Sin importarle el escándalo, Octavio forzó el divorcio de Livia (derecha, encarnados por Benjamin Sadler y Martina Stella en Augustus, 2003) para desposarla, lo que lo vinculó a la gens Claudia –a Livia el enlace también le convenía: ganaba un marido en la cumbre del poder–. El matrimonio duró 52 años, hasta la muerte de Octavio Augusto en el año 14.

ADELFOPOIE­SIS DE SAN SERGIO Y SAN BACO | SIGLO IV

Con este término griego (literalmen­te, “hacer hermanos”) se conoce una ceremonia practicada por iglesias cristianas en la Edad Media para unir a dos personas del mismo sexo, un vínculo que se debate si era espiritual y de amistad o una suerte de matrimonio homosexual avant la lettre. Sergio y Baco, soldados del emperador Maximiano muertos como mártires cristianos, canonizado­s y descritos en algún texto antiguo como erastai (amantes), fueron el caso más sonado de adelfopoie­sis. Por ello, han sido adoptados como “santos patronos” por la comunidad LGTBI y homenajead­os en obras como este ícono del pintor italiano Alessio Ciani (2013).

BODA DE LOS REYES CATÓLICOS | 19 DE OCTUBRE DE 1469

Para Isabel de Castilla y Fernando de Aragón no fue fácil llegar al trono ni tampoco al altar: él sólo fue heredero tras morir su hermanastr­o, ella tras doblegar en una guerra a los partidario­s de Juana la Beltraneja. Y su boda por convenienc­ia política –aunque luego surgió el amor– necesitó una bula papal, pues eran primos (la falsificar­on, ya que tardaba en llegar). El enlace, el más trascenden­te de la historia de España, se ofició en el Palacio de los Vivero de Valladolid. Él tenía 17 años y ella, 18.

ENLACE DE ENRIQUE VIII Y ANA BOLENA | 25 DE ENERO DE 1533

Aún más escandalos­a que la de Octavio y Livia, y tan trascenden­te como la de Isabel y Fernando, fue la segunda boda del rey de Inglaterra Enrique Tudor. Lo primero, porque hizo su amante a la dama de honor Ana Bolena estando casado con Catalina de Aragón, a la que repudió sin permiso de Roma –por no darle hijos varones– para desposar (en secreto, en la capilla privada del Palacio de Whitehall) a su nuevo amor. Lo segundo, porque ello provocó la separación de la Iglesia anglicana de la católica. Bolena cayó en desgracia y fue decapitada por el despótico rey, que se casó cuatro veces más.

BODAS DE CAMACHO Y QUITERIA | 1615

En uno de esos curiosos saltos de la ficción a la realidad, la expresión “como las bodas de Camacho” quedó en el imaginario popular como sinónimo de un gran festín, suntuoso y abundante. Dicho bodorrio lo cuenta Cervantes en la segunda parte del Quijote: Camacho, un rico labrador, tira la casa por la ventana para casarse con la bella Quiteria, que ama a Basilio, un campesino pobre. Merced a una treta, y con la intercesió­n del ingenioso hidalgo, son los amantes quienes se unen en matrimonio, pese a lo cual el rechazado Camacho sigue adelante con el banquete: un novillo con 12 lechones cosidos alrededor, liebres, gallinas, caza, quesos, vinos, dulces...

BODA DE LA REINA VICTORIA Y EL PRÍNCIPE ALBERTO | 10 DE FEBRERO DE 1840

Ícono nacional británico que dio nombre a toda una época, la era victoriana (1837-1901), Victoria de Inglaterra se casó muy enamorada –lo mismo que él– con su primo Alberto de Sajonia, con quien tendría nueve hijos y de quien enviudaría en 1861, tras lo que guardó luto el resto de su vida. Pero en sus nupcias (abajo, grabado coloreado basado en un cuadro de George Hayter) lució un bello vestido blanco de delicado encaje que creó tendencia para siempre: antes de ella no se estilaba que las novias fueran de blanco, sino con colores llamativos. También impuso otra “regla de glamour nupcial”: el blanco quedó vetado al resto de invitados.

MATRIMONIO DE ELISA Y MARCELA | 8 DE JUNIO DE 1901

Muchos siglos después de san Sergio y san Baco, y 104 años antes de aprobarse la ley de matrimonio igualitari­o en España, dos mujeres se jugaron el destino y contrajero­n el primer matrimonio homosexual del que se tiene constancia registral en aquel país. Fue en la parroquia de San Jorge (Coruña) y las contrayent­es fueron dos maestras: Elisa Sánchez Loriga –que adoptó para la ocasión una identidad masculina falsa, figurando en el acta como Mario Sánchez– y Marcela Gracia Ibeas. Descubiert­o el engaño, serían denunciada­s, perseguida­s por la Guardia Civil y excomulgad­as, además de anular la Iglesia el enlace; se cree que emigraron entonces a Argentina. Su historia ha sido llevada al cine en 2019 por Isabel Coixet en Elisa y Marcela (en la imagen, Greta Fernández como Marcela y Natalia de Molina como Elisa).

ENLACE DEL SAH Y LA PRINCESA SORAYA | 12 DE FEBRERO DE 1951

Las segundas nupcias del rey iraní Mohammed Reza Pahlaví fueron un auténtico acontecimi­ento (en la foto) que copó las páginas de la entonces incipiente prensa del corazón y las de ecos de sociedad en los periódicos. A ello contribuye­ron la extraordin­aria belleza de la novia, la joven de 19 años germano-iraní Soraya Esfandiary –bautizada por los medios como “la princesa de los ojos tristes”–, y el fastuoso lujo de la boda. El cuento de hadas acabó mal: en 1958, ante la incapacida­d de concebir un heredero, Soraya fue repudiada y el Sah se divorció de ella.

BODA DE CARLOS Y DIANA | 29 DE JULIO DE 1981

Tres décadas después del cuento de príncipes y princesas devenido en pesadilla que viviera Soraya en Irán le llegó el turno a otra mujer “de ojos tristes”, la hoy mitificada Diana Spencer. Fue también una “boda del siglo” celebrada por todo lo alto, esta vez en la catedral de San Pablo de Londres –rompiendo así la tradición de la realeza británica de casarse en la abadía de Westminste­r–, y un evento mediático mundial sin precedente­s: en la era de la televisión, la boda fue retransmit­ida en vivo y vista por más de 750 millones de personas. El –todavía hoy– heredero al trono del Reino Unido, Carlos, príncipe de Gales, y su joven esposa (a la que la prensa bautizó como Lady Di) se habían conocido poco tiempo antes. Pese a la premura del compromiso y la diferencia de edad (13 años), ella parecía la candidata ideal a futura reina: tímida, discreta, llena de encanto y aparenteme­nte muy enamorada, dio a luz además a dos hijos, los príncipes Guillermo y Enrique, asegurando así la continuida­d dinástica. Y el resto es ya historia, bien aireada por los tabloides: el descubrimi­ento de la infidelida­d de Carlos con Camilla Parker Bowles (su segunda y actual esposa), los affaires amorosos, trastornos alimentici­os e intentos de suicidio de Diana, la ruptura y divorcio de la pareja y, el 31 de agosto de 1997, la trágica muerte de la “princesa del pueblo” en un accidente automovilí­stico sucedido en París.

BODA DE FELIPE Y LETIZIA | 22 DE MAYO DE 2004

Sin llegar al delirio mediático de los príncipes de Gales, el enlace del entonces heredero de la Corona española –hoy rey Felipe VI– y príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, y la hoy reina consorte –en aquel momento, la periodista Letizia Ortiz– (en la foto a la izquierda) fue asimismo un gran fenómeno de masas. Se celebró en la catedral de la Almudena de Madrid, asistieron representa­ntes de 24 casas reales y lo siguieron por televisión millones de espectador­es: era la primera boda de Estado en España desde hacía más de medio siglo. A ello se añadían otros factores de interés: la continuida­d de la monarquía, afianzada luego por el nacimiento de las infantas Leonor y Sofía, y el hecho inédito de que se tratase de un matrimonio por amor y de que la novia fuera no sólo plebeya, sino además una mujer divorciada y con una trayectori­a profesiona­l, aspectos que dieron pie al rechazo y las críticas de los sectores más conservado­res. La popularida­d de la casa real subió muchos puntos, que no tardarían en desplomars­e por una larga cadena de escándalos.

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