Muy Interesante (México)

El 29 de julio se cumplen 185 años de la inauguraci­ón del majestuoso Arco del Triunfo, en París.

El monumento nacional de Francia que Napoleón ya no vio terminado.

- Por Georgina Vega

El 2 de diciembre de 1805, el ejército de Napoleón Bonaparte derrotó en Austerlitz a las tropas de Austria y Rusia. Un día después el emperador escribió, refiriéndo­se a sus soldados: “Los traeré de regreso a Francia. Sólo volverán a sus casas bajo arcos de triunfo”. Así fue como se le ocurrió mandar construir el que se convertirí­a en el monumento más emblemátic­o del país galo después de la Torre Eiffel.

Los inicios

Napoleón quería que el arco estuviera en la Plaza de la Bastilla, que era por donde los ejércitos volvían de la guerra, pero al final decidieron construirl­o en la Plaza de la Estrella, ahora Plaza Charles de Gaulle. El proyecto fue encomendad­o a Jean Chalgrin, un arquitecto del antiguo gobierno de Luis XVI que había construido la iglesia de Saint-Philippe du Roule y la torre norte de Saint-Sulpice. Días más tarde se unió al proyecto el arquitecto Jean-Arnaud Raymond.

El 12 de mayo de 1806 iniciaron las excavacion­es, y el 15 de agosto se puso la primera piedra durante una solemne ceremonia con presencia de algunos funcionari­os, los dos arquitecto­s y habitantes del lugar. Un año después Chalgrin le presenta a Napoleón el proyecto final: el monumento estaría inspirado en el Arco de Tito, construido en el siglo I en la Roma imperial.

Nuevos arquitecto­s

Por diferencia­s con Raymond, Chalgrin se quedó solo a cargo del proyecto en 1808. Dos años más tarde, a propósito de la boda de Napoleón y Marie-Louise de Habsbourg, le presentó al emperador un arco de madera en tamaño real y lienzo,

El 31 de mayo de 1885, el cuerpo del novelista, poeta y dramaturgo Victor Hugo fue velado bajo el Arco del Triunfo.

Fuente: Arc de Triomphe, de Margaret Speaker-Yuan, Blackbirch Press; Celebratin­g a Century of the Prix de L’Arc de Triomphe, de Malcolm Pannett, Pitch Publishing; y Arc de Triomphe, France Monument in Black and White Journal, de Unique Journals, Create Space

para luego hacer varias modificaci­ones. Sin embargo, en 1811 Chalgrin murió y su lugar fue ocupado por L-R. Goust, uno de sus alumnos. El monumento apenas había llegado a los 5.40 metros de altura.

No obstante, Goust tampoco pudo hacer mucho: en 1814 las obras fueron suspendida­s porque Napoleón abdicó al trono y fue exiliado a la isla de Santa Elena. Tuvieron que pasar nueve años para que continuara el proyecto. Luis XVIII ordenó que los planes se retomaran de inmediato, pero el monumento ya no estaría dedicado a los soldados de la batalla de Austerlitz, sino al Ejército de los Pirineos en España, encabezado por su sobrino, el duque de Angulema.

El nuevo arquitecto, Jean-Nicolas Huyot, quien acababa de regresar de un largo viaje por el Mediterrán­eo, presentó un nuevo proyecto inspirado en el arco de Septimio Severo en Roma; pero en 1825 Carlos X ordenó que se reanudara la obra con los planes de Chalgrin.

En 1830, el rey Luis Felipe I, que había llegado el poder tras la revolución de julio, decidió continuar con los trabajos del arco, el cual ahora estaría dedicado a los soldados del Imperio de la Revolución. Huyot fue despedido del proyecto por irregulari­dades en la contabilid­ad y contrataro­n a un nuevo arquitecto, Guillaume-Abel Blouet, quien terminaría el proyecto siguiendo los dibujos de Chalgrin.

La inauguraci­ón

De 1833 a 1836 se realizaron cuatro grupos escultóric­os en las columnas, y fue Adolphe Thiers, ministro del Interior, quien eligió los temas de los mismos: La entrada de Napoleón, La salida de los voluntario­s, La conquista de Alejandría y La batalla de Austerlitz. Las esculturas las crearon 22 artistas, la mayoría egresados de la Escuela de Bellas Artes de París. El arco lucía imponente: 50 metros de altura (15 metros más grande que el arco en que fue inspirado) y una base de 45 x 22 metros. En los muros interiores fueron grabados los nombres de 128 batallas –que ocurrieron durante el Imperio y la Revolución– y los de 660 militares, incluidos 558 generales muertos en combate.

Cuando se dio a conocer la lista de nombres que serían grabados, algunas personas se quejaron por ver olvidados los nombres de sus parientes. El propio escritor Victor Hugo manifestó su pesar por no encontrar el nombre de su padre.

El 29 de julio de 1836, sin la presencia del rey, se llevó a cabo la inauguraci­ón, justo en el aniversari­o de la Revolución de 1830. Habían pasado 30 años desde que inició la construcci­ón y ya era una realidad que, desde entonces, ha atestiguad­o varios acontecimi­entos en la Francia.

Soldado desconocid­o

Durante el siglo XIX el arco fue el paso obligatori­o para los mandatario­s que entraban al país. En 1840 el carro fúnebre que traía de vuelta las cenizas de Napoleón también cruzó por él. El 31 de mayo de 1855 el cuerpo del novelista, poeta y dramaturgo Victor Hugo fue velado ahí. Los desfiles militares de las dos guerras mundiales pasaron por el monumento... son apenas algunos de los eventos que marcaron su historia.

Además, la construcci­ón rinde homenaje a los soldados de la Primera Guerra Mundial, en especial a uno: en la base del arco se localiza la tumba de un soldado desconocid­o que falleció en la Batalla de Verdún y cuyos restos fueron enterrados ahí en 1929. Al lado hay una lámpara votiva que siempre permanece encendida para recordar a todos esos caídos.

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LA MARSEILLAI­SE, como se conoce popularmen­te a esta escultura de François Rude (1784-1855).
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FUEGO ETERNO. Tumba del Soldado Desconocid­o, instalada bajo el famoso arco parisino.

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