30 AÑOS DEL ECLIPSE SOLAR TOTAL DEL 91
El 11 de julio de 1991, poco antes del mediodía, se hizo de noche en La Paz, Baja California Sur. La temperatura bajó, el alumbrado público se encendió y los aplausos y gritos de emoción inundaron cada rincón. La oscuridad fue tal que las estrellas brillaban en el cielo junto con los planetas Mercurio, Venus, Marte y Júpiter. Los animales, como el alumbrado, reaccionaron a la oscuridad de forma mecánica: buscando dónde refugiarse los animales diurnos o saliendo a pasear, en el caso de los nocturnos. Después de poco más de siete minutos de oscuridad, el Sol reapareció y el día se instauró de nuevo con naturalidad. Fue más complicado restaurar la normalidad en las mentes de los espectadores que, entre incrédulos y emocionados, debían retomar las actividades cotidianas de un jueves más. Casi todos los mexicanos pudieron disfrutar de este eclipse cuya franja de totalidad recorrió el país desde Baja California Sur hasta Chiapas pasando por los estados de Nayarit, Jalisco, Guanajuato, Michoacán, Hidalgo, Puebla, Oaxaca y la Ciudad de México. Y los que no lo vieron en persona, lo siguieron igual de emocionados por radio o televisión.
Danza cósmica
En nuestra galaxia, las lunas dan vueltas alrededor de sus planetas, los planetas y cuerpos menores orbitan alrededor del Sol y el Sol, junto con las otras estrellas, giran alrededor del centro galáctico. En este ir y venir de objetos celestes con órbitas y velocidades diversas, es constante el cruce de unos frente a otros. Si nos centramos en nuestra visión desde la Tierra y, dependiendo de si usamos nuestros ojos, unos binoculares o un telescopio, somos capaces de detectar más o menos cruces aparentes de trayectorias. A simple vista, lo único que podemos ver son los cruces entre el Sol, la Luna y la Tierra. A estos cruces les llamamos eclipses porque se da la maravillosa casualidad de que el Sol es 400 veces más grande que la Luna, pero está 400 veces más lejos de nosotros que ella, esto hace que el tamaño aparente de la Luna y el Sol en el cielo sea muy parecido. Si contamos con un telescopio no profesional podemos llegar a ver también el paso de Venus y Mercurio entre el Sol y nosotros. Este fenómeno se llama tránsito porque el tamaño aparente del cuerpo que se atraviesa es mucho más pequeño que el del “ocultado”. Los tránsitos no son perceptibles a simple vista y no hay una disminución significativa de la luz que nos llega del Sol. Por último, tenemos las ocultaciones, en las que un cuerpo de mayor tamaño aparente (por ejemplo, el Sol) pasa por delante de otra más pequeño (por ejemplo, un planeta). Desde la Tierra dejamos de ver el cuerpo más pequeño por cierto tiempo, queda oculto.
Dentro del Sistema Solar (y más aún, en las galaxias) todo el tiempo están pasando unos cuerpos delante de otros pero la gran mayoría de esos cruces no los podemos ver a simple vista; esto no significa que no sucedan. Fenómenos como los eclipses nos dan un baño de humildad porque somos insignificantes para el universo y, tanto si nos damos cuenta como si no, todo se sigue moviendo y funcionando. A la vez, estos fenómenos nos muestran la grandeza del ser humano, de hacerse preguntas y buscar respuestas. Gracias a los eclipses solares y al ingenio de algunas personas hemos podido conocer mejor la distancia entre la Luna y la Tierra, averiguar más detalles sobre la corona solar e incluso descubrir el helio y confirmar la Teoría de la Relatividad General de Einstein.
Futuro eclipsado
A 30 años de aquel eclipse solar total podemos sentirnos afortunados, porque el 14 de octubre de 2023 y el 8 de abril de 2024 podremos vivir desde México un eclipse anular y uno total, respectivamente. El primero se verá sólo en una pequeña franja de la península de Yucatán que incluye lugares como Campeche y Chetumal. La franja de totalidad del segundo recorrerá gran parte del país desde Mazatlán hasta Piedras Negras pasando por Durango y Torreón. La duración de la totalidad (máxima oscuridad) será de cuatro minutos y medio en Nazas, Durango, el mejor sitio para vivir ese próximo eclipse solar total.
Tenemos tiempo para prepararnos para tales eventos, de informarnos sobre cómo observar de forma segura un eclipse con filtros o gafas especiales y homologadas que protejan nuestros ojos; pero también tenemos tiempo para entender que son fenómenos naturales e inofensivos. ¡No te lo pierdas! No todas las personas tienen la suerte de vivir un eclipse total solar al menos una vez en la vida (quizá, en tu caso, serán dos).