Comida en el aire
Los osos polares ( Ursusmaritimus) tienen un método infalible para encontrar su próximo alimento. Su táctica en apariencia es simple: levantan su nariz y se dejan guiar por el olor que viaja a través del viento. Las focas anilladas ( Pusahispida) son su comida favorita, las cuales se esconden en pequeñas cuevas que se forman en la nieve por la deformación del hielo marino, ocultas tras pequeñas crestas que limitan la visibilidad de los osos.
Pero el olor que estos mamíferos desprenden viaja a través de las corrientes de viento y esto lo aprovechan los osos para identificar de dónde proviene el aroma de su siguiente presa. Parece tarea fácil sólo levantar la nariz, pero la velocidad y la dirección del viento, la hora del día, la distribución de las presas y la concentración del olor son factores clave para que puedan llevarla a cabo.
Investigadores de la Universidad de Alberta, Canadá, compararon los movimientos de 123 osos en la Bahía de Hudson con los patrones de viento de esta zona canadiense y, de acuerdo con sus resultados, los osos son capaces de detectar a sus presas aunque éstas se encuentren a 3 kilómetros de distancia.
El análisis también sugiere que las mejores condiciones para la caza olfativa se dan en las noches durante el invierno. Sin embargo, los investigadores creen que las velocidades del viento en el Ártico aumentarán a causa del cambio climático; esta situación hará más difícil la caza debido a que los osos no alcanzarán a percibir el olor de sus presas debido a la rapidez del viento.