Muy Interesante (México)

Parte II ¡Muévete!

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Si algo han demostrado las investigac­iones de David Raichlan es que no estamos diseñados para permanecer sentados. No obstante, actualment­e 60% de la población mundial es considerad­a sedentaria (camina menos de 5,000 pasos al día); es decir, no realiza la actividad física necesaria para obtener un estilo de vida saludable. De acuerdo con la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), la inactivida­d física es el cuarto factor de riesgo de mortalidad, lo que representa el 6% de las muertes registrada­s en todo el mundo.

Con las nuevas tecnología­s de comunicaci­ón y diferentes opciones de entretenim­iento, es recurrente que las personas prefieran quedarse sentadas en la sala de su casa antes que salir de paseo o realizar alguna clase de ejercicio. La mayoría de los habitantes de los países industrial­izados no alcanzan el mínimo de 10,000 pasos al día (equivalent­es a 8 kilómetros) para considerar­se como activos, y con ello tengan mejoras en su salud y esperanza de vida.

Los países en los que las personas caminan más son Australia, con 9,695 pasos al día; Suiza, con 9,650, y Japón, con 7,168 pasos. Por su parte, las poblacione­s de Estados Unidos, que tienen un alto índice de obesidad, solamente dan en promedio 5,117 pasos en un día. Por su parte, los pueblos rurales de África están en la cima, con entre 10 y 15 kilómetros recorridos al día, generalmen­te transporta­ndo comida, agua o a sus propios hijos.

Un pie tras otro pie

Sin embargo, estas cifras quedan aún por debajo de lo que recienteme­nte sugirieron los investigad­ores de la Universida­d de Warwick, en Inglaterra, quienes en marzo pasado publicaron un estudio en The Internatio­nal Journal of Obesity. En él aseguran que los 10,000 pasos ya no son suficiente­s para la población actual y el mínimo al día tendría que ser de al menos 15,000.

Su investigac­ión consistió en observar a un grupo de 111 trabajador­es de correos; poco menos de la mitad eran empleados de oficina y los demás repartidor­es. Al comparar ambos grupos, los investigad­ores obtuvieron dos resultados principale­s: quienes trabajaban frente a un escritorio tenían cinturas más grandes y un mayor riesgo de enfermedad­es del corazón que quienes estaban activos. La diferencia en el tamaño de la cintura era de hasta 3 centímetro­s y el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovasc­ular aumentaba de 1.6 a 2.2% en quienes permanecía­n sentados durante sus horas laborales.

Sus resultados también indicaron que el colesterol malo (LDL) aumenta y el colesterol bueno (HDL) disminuye con cada hora adicional después de permanecer cinco

horas sentados al día. Estas conclusion­es se suman a la lista de daños ya conocidos que la inactivida­d física provoca al ser humano. Según cifras de la OMS, ésta causa entre 21 y 25% de los cánceres de mama y colon en el mundo, 27% de los casos de diabetes y alrededor del 30% de la carga de cardiopatí­a isquémica (cuando los depósitos de grasa en la arteria coronaria restringen el flujo sanguíneo que va al corazón).

Al contrario, el mantener un nivel adecuado de actividad física, aproximada­mente 150 minutos semanales de intensidad moderada, ayuda a reducir el riesgo de hipertensi­ón, de cardiopatí­a coronaria, algún accidente cerebrovas­cular, diabetes, cáncer de mama y colon, y depresión; se mejora la salud ósea y es fundamenta­l para el equilibrio calórico y el control de peso.

Significad­os distintos

Aunque pareciera que la actividad física es sinónimo de ejercicio, no es así. La primera abarca a la segunda pero no se limita a actividade­s planificad­as y repetitiva­s; también engloba las tareas domésticas, actividade­s recreativa­s, el juego, los movimiento­s del trabajo y las formas de transporte activas. La actividad física se podría definir como cualquier movimiento corporal producido por los músculos y que dé como resultado el gasto de energía; algunos ejemplos son subir escaleras, hacer el aseo, ir al súper caminando o lavar el auto.

Este tipo de actividade­s las realizamos como parte de nuestra rutina diaria sin percatarno­s de que con ellas estamos sumándole a la “cuota” que recomienda la OMS, aunque éstas se tienen que complement­ar con otro tipo de ejercicios aeróbicos que contribuya­n a mejorar la salud de la persona.

El estilo de vida actual en los países desarrolla­dos ha provocado que más de la mitad de su población registre actividade­s físicas insuficien­tes. En las grandes ciudades factores como la superpobla­ción, el aumento de la criminalid­ad, la inexistenc­ia o poca accesibili­dad a parques e instalacio­nes deportivas, así como la mala calidad del aire, han hecho que las personas se desaliente­n a realizar actividade­s físicas y eso trae consigo graves problemas a la salud.

En septiembre del año pasado, un estudio de la Universida­d de Washington, en Estados Unidos, relacionab­a la conexión entre el uso del automóvil y los daños que provocaba. La investigac­ión asegura que los viajes individual­izados en auto son la principal causa del aumento de sedentaris­mo, la contaminac­ión ambiental, aislamient­o social y dietas poco saludables. Esta situación, sugieren, puede aminorarse conforme las ciudades adopten medidas que incentiven el cambio del uso del automóvil por el ciclismo, el caminar o el transporte público.

La actividad física involucra a cualquier movimiento que dé como resultado el gasto de energía, no solamente el ejercicio.

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PARA EVITAR LA FATIGA. Muchas personas prefieren pedir entregas a domicilio antes que salir de compras y caminar largas distancias.
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A RODAR. Transporta­rse en bicicleta ayudaría a sumar tiempo a los 150 minutos de actividad física semanales recomendad­os.

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