¿MAR EN ASCENSO?
El cambio climático nunca pareció más lejano que en Puerto Villamil en Galápagos, Ecuador. En este paraíso para mochileros a la orilla del mar, un pedazo del cabo de un barco se atraviesa en la carretera a manera de reductor de velocidad en un cruce de iguanas.
Una mañana, un expatriado estadounidense llamado James Hinkle me sirvió un café y me contó que hacía unos años el océano pasó por encima de las dunas bajas e inundó el camino principal. El traje para surfear floreado del semirretirado Hinkle expone sus piernas bronceadas. Él y su esposa, Marlene, son dueños de la Cafetería Booby Trap, que comparte la misma propiedad que su hogar, justo detrás de las dunas y casi al nivel de la playa. Si el cambio climático eleva el nivel del mar aquí entre 55 y 76 cm para 2100, como predicen los científicos, el riesgo de inundación también aumentará para los Hinkle.
¿Se preocupan por eso? “Le pedí al hombre que construyó el lugar que lo elevara –replicó Hinkle–. Él exclamó ‘Aah’, con un ademán que parecía decir ‘no desperdicies mi tiempo’. Cuando volvimos más tarde, estaba construido así”, comenta Hinkle, con su propio ademán resignado: ¿qué le vamos a hacer?
Seguí el ruido de una sierra para concreto, incongruente en aquel paraíso. Se construían casas para huéspedes a unos metros de la línea costera. Incluso la marina no parece preparada para el futuro: sobre la playa, el complejo de la armada de Ecuador se asienta apenas por arriba de la marca de marea alta, separado del mar solo por un enrejado.