Mujeres en movimiento
YA SEA POR TEMOR, ESPERANZA O DESESPERACIÓN, MILLONES DE MUJERES EN EL MUNDO MIGRAN CADA AÑO EN BUSCA DE UNA VIDA NUEVA.
En 2019, 130 millones de mujeres no vivían en su lugar de origen según datos de migración. Ese año, decenas de millones se vieron obligadas –por enfermedades, desastres naturales, violencia o pobreza– a migrar en sus países o hacia el extranjero.
RRaxma Xasan Maxamuud nunca quiso dejar su casa en Somalilandia, pero un ciclo implacable de sequías convirtió los ríos en polvo y secó los pastos de los que dependía su ganado. En Honduras, la violencia llevó a Kataleya Nativi Baca, una mujer transgénero, a un viaje peligroso hacia la frontera con Estados Unidos.
Las mujeres constituyen cerca de la mitad de quienes emigran fuera de sus naciones y dentro de sus propios países, algunas atraídas por la promesa de un futuro mejor; aunque para quienes se enfrentan a la hambruna o al peligro en sus territorios de origen, la migración es una apuesta por su propia supervivencia.
Para este reportaje, las fotógrafas de The Everyday Projects –una red mundial que desafía estereotipos con perspectivas diversas– exploran cómo las adversidades y obligaciones, la violencia, la pobreza, el cambio climático y otras fuerzas menoscaban la vida de las mujeres, lo que las impulsa a realizar viajes que les cambian la vida.
La Organización Internacional para las Migraciones informó que, en 2019, había 272 millones de personas, 130 millones de ellas mujeres, que vivían en una nación que no era la de su nacimiento. Más de 60 % de esos migrantes viven en Asia y Europa. Sin embargo, la mayor parte de la migración internacional es de carácter regional, con movimientos hacia y entre países del Medio Oriente, África del Norte y el África subsahariana, que son los que crecen con más rapidez.
En los últimos decenios, las mujeres han emigrado cada vez más a países ricos para convertirse en el sostén de la familia, en lugar de reunirse con sus parientes. Aceptan empleos en el trabajo doméstico, en el cuidado de niños y ancianos, así como en la manufactura y la agricultura, un cambio que se describe como “la feminización de la migración”. Las mujeres migrantes que viven en el extranjero tienen más probabilidades de estar sobrecalificadas para esos trabajos y ganar menos que los hombres; la mayor parte de los ingresos la envían a sus familias en su nación de origen.
Para las mujeres que escapan de la violencia o la pobreza, las rutas clandestinas que toman aumentan su vulnerabilidad al tráfico sexual, agresiones y violación. Y para aquellas que van a territorios con leyes débiles o son indocumentadas, asegurar sus derechos humanos puede resultar imposible.
La migración forzada de refugiados y solicitantes de asilo aumentó un promedio de 8 % anual de 2010 a 2017, en comparación con menos de 2 % de la migración internacional. De los 33.8 millones de personas que se vieron obligadas a emigrar al extranjero en 2019, casi la mitad eran mujeres. Ese año, otros 33.4 millones de personas, más de la mitad de ellas mujeres, se vieron obligadas a desplazarse dentro de sus propios países, 75 % de ellas debido a desastres naturales.
En las páginas siguientes contaremos las historias de cinco mujeres migrantes que ilustran diversas facetas de la experiencia de reubicación: la decisión de partir, la esperanza y las dificultades del viaje, la llegada a circunstancias desconocidas, la adaptación a una nueva vida y la comprensión de que, por más exigente o traumático que sea el desarraigo del hogar, la migración puede ser un camino hacia la libertad.