EL TRASFONDO
JUNTO A LAS VÍAS, LAS AGENTES DE SEÑALES MANTIENEN A LOS TRENES SIN CONTRATIEMPOS Y A LOS CONDUCTORES SEGUROS.
MUCHOS DE LOS MEJORES recuerdos de infancia de Sasha Maslov están relacionados a los trenes. En cada viaje a otra zona, miraba por la ventana para ver la textura de su nación en edificios de apartamentos, tiendas y autos que esperaban el paso del ferrocarril. Y de vez en cuando observaba una casa diminuta con una mujer parada junto a ella, sosteniendo una bandera amarilla.
Las “damas del ferrocarril ucranianas”, como las llama Maslov en su serie de retratos, son una tradición cultural casi tan antigua como viajar en tren por Ucrania. Las trabajadoras envían señales con banderas para los conductores de los trenes que se acercan. Una bandera amarilla y doblada significa que todo está despejado; una desplegada significa proceder con precaución; una roja que ondea, a veces precedida por un disparo de bengala al aire, significa prepararse para una posible colisión.
La vida de las agentes ferroviarios está cambiando: los oficiales ya no son todas mujeres y la agencia de trenes, Ukrzaliznytsia, ha ampliado su contratación buscando atraer más jóvenes a un trabajo estable, pero poco glamoroso.
En un mundo de trenes de alta velocidad y cruces automáticos, los asistentes ferroviarios pasan menos tiempo realizando señales a los trenes que vigilando y advirtiendo a los conductores. “Es notorio que los ucranianos no respetan la ley –afirma Maslov–. Si no hay un testigo, la gente rodeará las barreras para ganarle a un tren en movimiento”.
La vida puede ser monástica. Entre trenes, los trabajadores cuidan jardines, completan las tareas del hogar y terminan el papeleo. En una casa, Maslov observó un cuaderno en el que un asistente anotó la matrícula de automóviles que atravesaban barreras y envió la lista a la policía.