Una crisis ambiental que tiene solución
ES DIFÍCIL IMAGINAR lugares tan distintos como Ciudad de México, Delhi en India y Gary en Indiana, Estados Unidos. No obstante, tras años de visitar esas ciudades me di cuenta de que las recuerdo porque tienen algo en común: el aire contaminado que las asfixia. En Delhi, en 2016, la contaminación era tan densa que el viento la arrastraba al interior de edificios modernos; en Ciudad de México, en 1972, me picaban los ojos por el esmog, y en la misma década, pero en Gary, podía olerlo dentro de un auto con las ventanas cerradas.
A pesar de que la contaminación es omnipresente –o quizá por eso–, no se toman medidas suficientes para combatirla. Es indignante, ya que se trata de un asesino global que provoca siete millones de muertes prematuras cada año. Pero también es una oportunidad, ya que la solución está en nuestras manos.
Uno de los mejores ejemplos lo tiene Estados Unidos: el año pasado celebró el aniversario 50 de la Ley de Aire Limpio que firmó Richard Nixon en 1970. Este decreto redujo la contaminación ambiental en el país 77 %, prolongó la vida de millones de ciudadanos y ayudó a ahorrar miles de millones de dólares. Según Paul Billing, de la Asociación Americana del Pulmón: “Es la ley de salud pública más importante del siglo xx”.
Quienes vivimos la década de los setenta contemplamos muy bien el efecto que tuvo esa ley. Recuerden Los Ángeles, Pittsburgh o cualquier otra ciudad hace 30 años donde el esmog impedía ver el horizonte y los autos amanecían cubiertos de suciedad. En palabras de Billings, la Ley de Aire Limpio fue “un punto de inflexión” que mejoró muchísimo la calidad del aire en varias comunidades estadounidenses, “respecto de lo que era en ese entonces y de lo que es en otras partes del mundo”.
Al trabajar en el artículo para esta edición, la experta en contaminación Beth Gardiner y el fotógrafo Matthieu Paley descubrieron que falta mucho para resolver este grave problema. La contaminación atmosférica impacta de manera desproporcionada a gente pobre y minorías étnicas en las zonas más afectadas. En Estados Unidos, tras un gobierno de cuatro años enfocado en destruir todo tipo de normas, la Ley de Aire Limpio “sobrevivió, pero con daños mayores”, dice el ambientalista Mustafa Ali.
Ali también apunta que, a pesar de las dificultades, aún estamos a tiempo de mejorar el legado de la Ley de Aire Limpio para el mundo: “Existe una nueva generación que entiende la importancia de mantener la calidad óptima del aire. Espero que pronto no solo lleguemos a comprender el valor de la ley sino que nos dispongamos a mejorarla”. Gracias por leer National Geographic. j