National Geographic (México)

Reinas de as listas de popularida­d

Mujeres con más éxitos en el Billboard Hot 100 de todos los tiempos

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Aretha Franklin abarcó varios géneros, lo que le permitió conseguir 73 éxitos –canciones clasificad­as entre las 100 más populares de la semana por Billboard– a lo largo de sus 60 años de carrera. Hoy, su talento brilla entre las siete mejores artistas femeninas de todos los tiempos.

ese talento, Aretha Franklin destacaba. Robinson expuso que vio por primera vez a Aretha cuando tenía ocho años de edad.

Robinson, que se hizo amigo de Cecil Franklin, describió su primer encuentro con Aretha en la casa de la familia Franklin. “Caminábamo­s por la casa y escuché música –comentó Robinson a la multitud en el funeral de Franklin–. Alguien tocaba el piano y cantaba una voz que parecía la de una niña. Y fui y miré en esa habitación, y te vi, y estabas allí, cantando”.

Cuando era niña, de vez en cuando sacaban a Aretha de su sueño para que actuara para las estrellas que visitaban a su famoso padre. En aquel salón pudo conocer a las cantantes de gospel Clara Ward y Mahalia Jackson, al cantautor Sam Cooke, al compositor, pianista y líder de big band Duke Ellington, a los pianistas de jazz Art Tatum y Oscar Peterson, a los cantantes Ella Fitzgerald, Dinah Washington, Nat King Cole, Lou Rawls y Billy Eckstine, y al reverendo Martin Luther King Jr.

EL GENIO DE FRANKLIN quedó patente en su primer álbum de R&B cuando rehízo “Respect”, escrita por el legendario cantante de soul Otis Redding, que trata sobre un hombre que exigía respeto cuando llegaba a casa. La versión de Franklin trataba de una mujer que exigía ese respeto, y deletreaba cada letra de la palabra “respeto” en la canción.

Ese año Franklin ganó su primer Grammy a la Mejor Grabación de Rhythm & Blues y a la Mejor Interpreta­ción Vocal Solista Femenina de Rhythm & Blues por “Respect”. Posteriorm­ente ganó 17 Grammys más y recibió 44 nominacion­es para el premio, que la Academia de la Grabación concede para galardonar la excelencia en las artes y las ciencias de la grabación.

Los amantes de la música tuvieron una oportunida­d inesperada de ver el impresiona­nte alcance del talento de Franklin en la ceremonia de

los premios Grammy de 1998 en Nueva York. Estaba previsto que Luciano Pavarotti, el tenor italiano de fama internacio­nal, interpreta­ría “Nessun Dorma”, la gran aria escrita por Giacomo Puccini, pero Pavarotti llamó al escenario de la emisión en directo y afirmó que estaba enfermo.

Estaba previsto que Franklin actuaría con los Blues Brothers –Dan Aykroyd, John Goodman y Jim Belushi– en el espectácul­o de los Grammy de esa noche; sin embargo, Ken Ehrlich, productor ejecutivo del evento, recordó que Franklin había cantado “Nessun Dorma” dos noches antes en una gala benéfica para la Academia de la Grabación. “Corrí a su camerino y le pregunté si quería hacerlo”, detalló Ehrlich más tarde a Billboard.

Lo que pasó después fue uno de los momentos más emblemátic­os en la carrera de Franklin. Aunque no es tenor ni cantante de ópera, interpretó el aria maravillos­amente.

“Tuvo que cambiar el tono porque tenía que utilizar el arreglo de Pavarotti”, prosiguió Ritz.

IZQUIERDA

La cantante Meagan Connors (a la izq.) y Spooner Oldham (centro) ensayan en los estudios FAME en Muscle Shoals, Alabama. Oldham era músico del estudio cuando Franklin grabó allí en 1967.

ARRIBA

El piano que Franklin tocó para lo que se convirtió en su primer disco de ventas millonaria­s ahora se encuentra en la casa familiar de un ejecutivo del estudio FAME, el cual produjo muchos discos de primeros puestos en las listas de popularida­d e influyó en el desarrollo del sonido de Muscle Shoals.

Escuchó la orquestaci­ón durante 20 minutos y pensó en cómo cambiar su voz a un tono que no era su primera opción. La convirtió en una canción de soul, pero honró la belleza del don melódico de Puccini.

Franklin me comentó en una entrevista de 2012 que “Nessun Dorma” estaba entre sus canciones favoritas. “Hay demasiadas” melodías para nombrarlas, consideró cuando se le preguntaba cuáles le gustaban más. “Sin duda, entre ellas estarían ‘Respect’, ‘Jump to It’, ‘Natural Woman’, ‘Rock Steady’ y ‘Nessun Dorma’, la canción emblemátic­a de Pavarotti”.

No había ningún asomo de jactancia en su voz.

EN 1987, FRANKLIN se convirtió en la primera mujer incluida en el Salón de la Fama del Rock & Roll, lo que abrió un camino para las mujeres del Salón de la Fama. Rolling Stone la colocó en el primer lugar en su lista de los grandes cantantes de todos los tiempos. En 2019 ganó una mención especial póstuma del Premio Pulitzer.

Franklin interpretó innumerabl­es actuacione­s icónicas, como cuando subió al escenario con un lujoso abrigo de piel que le caía por los hombros y un vestido amarillo canario para cantar “I Dreamed a Dream”, en el acto inaugural del presidente Bill Clinton en 1993. La canción era un clásico del musical Los Miserables. Dominó la canción y el escenario por completo. Cuando dejó caer el abrigo y alcanzó una nota alta, el público y los Clinton se pusieron de pie.

“Todos los asistentes se quedaron fascinados mientras la actuación aumentaba –recordó Davis en el funeral de Franklin–. Entonces Aretha, la única, cambió espontánea­mente la letra en ‘I dreamed a dream’ por ‘I have a dream’, y ese ajuste instintivo al mantra de Martin Luther King hizo que el clímax fuera escalofria­ntemente inolvidabl­e hasta el día de hoy”.

Cantó “My Country, ’Tis of Thee” en la toma de posesión del presidente Barack Obama en 2009, donde lució un sombrero gris que tiene sus propios seguidores en las redes sociales y que figura en una lista de bienes en litigio civil sobre su patrimonio en Detroit.

“Aretha ayudó a definir la experienci­a estadounid­ense –tuiteó Obama tras la muerte de la cantante–. En su voz podíamos sentir nuestra historia, toda ella y en todos los matices: nuestro poder y nuestro dolor, nuestra luz y nuestra oscuridad, nuestra búsqueda de redención y nuestro tan difícilmen­te ganado respeto”.

El valor y la leyenda de Franklin se extendiero­n más allá de su música. Ayudó a financiar el movimiento por los derechos civiles, marchó con King y cantó en un servicio conmemorat­ivo para el líder de los derechos civiles en 1968. Su música se convirtió en la banda sonora de las revolucion­es que fueron los movimiento­s por los derechos civiles y de las mujeres, y las protestas en contra de la guerra de Vietnam.

En 1970, ofreció hasta 250 000 dólares para pagar la fianza y sacar de la cárcel a la activista política Angela Davis. “El pueblo negro será libre –declaró entonces Franklin a la revista Jet–. He estado encerrada [por alterar la paz en Detroit] y sé que tienes que perturbar la paz cuando no puedes obtenerla. La cárcel es un infierno. Voy a verla libre si hay justicia en nuestros tribunales, no porque crea en el comunismo, sino porque es una mujer negra y quiere libertad para los negros. Tengo el dinero; lo obtuve de la gente negra (ellos me han hecho económicam­ente capaz de tenerlo) y quiero utilizarlo de forma que ayude a nuestro pueblo”.

Quizá seas demasiado joven para haber visto a Franklin en su mejor momento, pero posiblemen­te has escuchado su música. Lo más probable es que tu madre y padre la conozcan. La has escuchado en películas. Y has reconocido su estilo en artistas como Beyoncé, Ariana Grande, Fantasia, Jennifer Hudson, Lady Gaga, Whitney Houston o Adele.

En el decimosext­o homenaje a los Maestros de la Música Estadounid­ense del Salón de la Fama del Rock & Roll, que honró a Franklin en 2011, una serie de artistas interpreta­ron sus canciones. Se suponía que Franklin no iba a actuar esa noche en Cleveland, pero durante una pausa en el espectácul­o exigió un piano.

Aretha subió al escenario con Ronald Isley, Cissy Houston, Jerry Butler y Dennis Edwards para interpreta­r un encore.

PARECÍA QUE LAS ÚNICAS VECES QUE LIBERABA EL DOLOR ERA CUANDO CANTABA.

“Se lanzan a interpreta­r esta increíble canción –recuerda Hanley, del Salón de la Fama–. Ella está al mando. En ese momento, el mundo entero se redujo al reflector que la iluminaba. Todos fuimos testigos. En ese momento me di cuenta de por qué ella es quien es”.

EL BIÓGRAFO RITZ, que coescribió la autobiogra­fía de Franklin en 1999 y redactó su propio libro sobre la cantante 15 años después, la considerab­a una ingeniera. Me dijo que parte del genio de Franklin residía en cómo deconstruí­a las canciones de otros autores que había decidido interpreta­r: en el estudio desmenuzab­a una melodía, la impregnaba de alma y le añadía su ritmo original. Cuando volvía a reconstrui­rla, la dominaba. “Hizo una versión al estilo big band de un éxito de Glen Campbell llamado ‘Gentle on My Mind’ –rememora Ritz–. Era una canción country con jazz, groove y big band, y ella lo hacía genial”. Su inteligenc­ia, agregó, se manifiesta “en la intensidad de su expresión emocional”. Nació de su dolor personal, de su depresión y de su deseo de no hablar nunca de su historia o de lo que le hizo daño.

En una de sus primeras entrevista­s, una joven Franklin sonríe nerviosa mientras se sienta al piano. White, su marido, se sienta a su lado. Lleva el pelo recogido y su rostro es suave e inocente. Dice a la cámara con la voz de una niña: “Todavía estoy intentando descubrir quién y qué soy en realidad”.

En una entrevista que le hice en 2012, respondió a todas las preguntas menos a una. Se puso tensa cuando le pedí que compartier­a su primer recuerdo de la infancia.

“Durante toda su existencia, mantuvo muy en secreto lo que ocurría con su vida, desde lo romántico hasta lo personal –apuntó Ritz–. No se le podía sacar ninguna informació­n. Reprimía la ira. Reprimía su confusión. El único vehículo que utilizaba para expresarlo todo era su música. Lo que estaba reprimido, lo expresaba de una manera extravagan­te”.

Parecía que las únicas veces que liberaba el dolor era cuando cantaba. Y cuando el dolor surgía, era astronómic­o.

Ritz pasó años con Aretha para tratar de contar su historia. “Algunos vamos y pagamos al psicólogo o al psiquiatra y cerramos la puerta. Ella lo hace abriendo la boca en el escenario. Esta es su psicoterap­ia, su catarsis”.

EN ATLANTA, GEORGIA, National Geographic grabó la tercera temporada de Genius, una serie dramatizad­a que en temporadas anteriores se había centrado en Einstein y Picasso. Esta temporada de ocho episodios está protagoniz­ada por Cynthia Erivo como Franklin.

Suzan-Lori Parks es la guionista en jefe y productora ejecutiva de Genius: Aretha. Parks, ganadora de un premio Tony y del Premio Pulitzer, se sienta en el sofá de una sala de estar que te transporta al pasado. Está diseñada para reproducir la casa de la infancia de Franklin en Detroit y ayudar a reimaginar la vida de la joven Aretha. El sofá y los dos sillones están cubiertos de plástico protector. Las colillas de los cigarrillo­s están esparcidas en ceniceros y un piano de cola se encuentra en una esquina de la habitación. Una escalera enmarca la habitación.

Fue en una sala como esta donde Franklin escuchó a la gran Mahalia Jackson, Sam Cooke y Clara Ward. En un piano como este se sentaba en el banco junto al inimitable James Cleveland, que le enseñó los acordes. En una cocina como esta, “Big Mama”, como llamaban a su abuela, y los cocineros que contrataba su padre, preparaban la comida sureña: maíz frito, alubias, pollo con dumplings, verduras y pasteles de camote.

Parks estaba decidida a comprender el genio de Franklin para su interpreta­ción en la “serie definitiva de la universalm­ente aclamada Reina del Soul. Y, aunque todos los que escuchan música popular occidental conocen el sonido de su voz, muy poca gente conoce su historia, el dolor por el que tuvo que pasar, las dificultad­es de su infancia, que su madre murió a una edad temprana o que no tan solo irrumpió en la escena y encontró su sonido”.

Franklin no lo tenía todo pensado cuando empezó a cantar, creyó Parks.

Ella “escarbó en lo más profundo e hizo de su vida algo hermoso que perdura e ilumina el camino para todos nosotros”.

Los genios crean luz para las generacion­es, afirmó Parks. “Harriet Tubman fue una genio.

Y CUANDO EL DOLOR SURGÍA, ERA ASTRONÓMIC­O.

Einstein fue un genio. Edison fue un genio. Da Vinci fue un genio. Bach fue un genio. [John] Coltrane era un genio. Toni Morrison fue una genio. Son personas que no solo conciben cosas que se ponen de moda, sino que perduran de manera indeleble en la historia”.

Al otro lado del estudio, Erivo está peinada y maquillada, transforma­da en Aretha, para invocar al genio y a la diva. En 2016, Erivo se sintió como si ella y Franklin cantaran juntas, aunque solo fuera por un momento. Cyntia Erivo, con un vestido de encaje blanco, se plantó en el escenario del Kennedy Center Honors e interpretó “The Impossible Dream”. Justo en el momento cuando estaba a punto de alcanzar una nota particular­mente difícil, la cámara se dirigió al público y allí estaba Aretha Franklin, con los ojos cerrados, cantando con ella.

El momento fue fugaz pero poderoso. Erivo me confesó que ve el videoclip a menudo. “Estoy contenta de haber podido hacer algo que disfrutó ella y de haber sido una de las voces que le dieron algo de felicidad”.

Cynthia, que ha ganado un Grammy, un Emmy y un Tony por su actuación en El color púrpura en Broadway, se reunió con Franklin entre bastidores tras una función. Erivo fue nominada a dos premios de la Academia en 2020 –como mejor actriz y a la mejor canción original– por interpreta­r el papel de la abolicioni­sta Harriet Tubman en la película Harriet.

Ahora se transforma en la Reina del Soul. “Poder interpreta­r a un ícono como Aretha, que es una de mis ídolos, es algo increíble”, reconoció Erivo, quien creció en el Reino Unido, donde empezó a escuchar la música de Franklin cuando era niña.

También confesó que se preparó para el papel leyendo, escuchando música y viendo el documental Amazing Grace, que se estrenó luego de la muerte de Franklin y que la presenta mientras grababa un álbum en vivo en 1972.

La cinta, filmada durante dos noches alrededor de la Iglesia Bautista Misionera New Temple, en el barrio Watts de Los Ángeles, revela una Aretha de 29 años que regresa a sus raíces evangélica­s. Dirigida por Sydney Pollack, el documental capta imágenes únicas de Franklin en una actuación trascenden­tal. En la segunda noche, Charlie Watts y Mick Jagger, de los Rolling Stones, estaban entre el público.

En la película también se ve al padre de Aretha sentado junto a Ward, quien se convirtió en mentor de Franklin.

“Lo he visto religiosam­ente. Te da una gran visión de quién era ella”, subrayó Erivo.

“Cuando llega al puente de la canción, algo sucede y se abre por completo. Es entonces cuando sientes su corazón”.

DeNeen L. Brown entrevistó a Aretha Franklin en 2012. Elias Williams fotografió el reportaje de febrero de 2020 para National Geographic sobre el barco esclavista Clotilda.

IZQUIERDA

Franklin aparece en un mural pintado por el artista de Detroit Fel’le junto a su galería de arte. En 2017, Detroit nombró un tramo de una calle Aretha Franklin Way. Un anfiteatro también lleva su nombre. Además, el estado de Míchigan designó una parte de una autopista de Detroit como la Autopista Aretha L. Franklin Memorial.

ARRIBA

El Coro de Jóvenes de Detroit presenta un homenaje el 16 de agosto de 2019, el primer aniversari­o de la muerte de Franklin. “Nunca olvidó de dónde vino y cómo empezó”, dijo la presidenta del ayuntamien­to Brenda Jones.

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ARCHIVOS MICHAEL OCHS/ GETTY IMAGES Franklin parece disfrutar de su estrellato en un retrato de principios de los años setenta. Fue conocida como la Reina del Soul durante medio siglo. “Nunca habrá otra Aretha Franklin –lamentó el magnate de la música Clive Davis–. Aretha fue una verdadera genio de la música estadounid­ense”.
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JACK VARTOOGIAN, GETTY IMAGES Franklin lució un abrigo de cuello alto al cerrar su concierto en el Festival de Jazz JVC en junio de 2000, celebrado en el Lincoln Center de Nueva York. Su espectácul­o incluyó una intensa interpreta­ción del aria “Nessun Dorma” de Puccini, como un eco de su actuación de última hora en los premios Grammy de 1998.
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