National Geographic Traveler (México)

En un principio a Michoacán

No lo escogí como destino, más bien el destino me llevó una y otra vez a tierras purépechas

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Acabé cautivado por su historia, llena de luchas y estrategia­s para preservar su identidad. Los purépechas son los habitantes originales de esta región, viven en los lagos y bosques del centro al norte del estado. Lo que los hace especiales es que son una isla cultural, hablan una lengua aislada, sin ninguna relación con otro idioma americano y de hecho su relación con otros pueblos indígenas nunca fue muy pacífica que digamos. En el siglo XV los ejércitos mexicas, comandados por el tlatoani Axayácatl, avanzaron sobre territorio michoacano, pero fueron frenados por una alianza de reinos purépechas comandada por el cazonci Tangáxoan. A la llegada de los españoles, los purépechas negociaron un tratado de paz que Nuño de Guzmán traicionó al saquear y esclavizar la región… Y estuvieron a punto de desaparece­r, pero la llegada de un religioso de 60 años los hizo renacer. Vasco de Quiroga, un visitador educado en las ideas más progresist­as de la época, llegó en 1532 a tierras mexicanas como oidor, para remediar los graves daños cometidos por Nuño de Guzmán. Ofreció su propio salario y esfuerzo en enmendar la situación y fundó el hospital y pueblo de Santa Fe de la Laguna a orillas de Pátzcuaro. Este fue el inicio de la labor de Tata Vasco, como lo llamaron los locales, quien creó las reglas y ordenanzas para que los purépechas se reorganiza­ran en pueblos artesanale­s que tuvieran un sustento, comerciara­n y ocuparan los beneficios de su entorno para vivir en libertad.

Todas estas historias siguen vivas y se recuerdan en ceremonias –como la ejecución española de Tangáxoan II, que se recuerda el 16 de febrero– y no hay pueblo de la zona sin una estatua o una calle dedicada a Vasco de Quiroga. Por increíble que parezca, cada pueblo de la región purépecha se sigue dedicando a una o varias artesanías particular­es, según una división de oficios establecid­a en principio por Quiroga. Cada generación aprende el oficio de la anterior y cada objeto

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