National Geographic Traveler (México)
Inyección de Adrenalina: snowboard en Arizona
Esquí y snowboard a orillas del desierto
En el imaginario colectivo, Arizona, en Estados Unidos, es famosa por sus desiertos de saguaros, cañones y reservas indias con máquinas tragamonedas. También por sus campos de golf magníficos y vórtices energéticos, pero no por sus montañas. Y menos, por sus pistas de esquí. Los prejuicios que la pintan como una tierra seca, conservadora y poco poblada están en lo correcto, pero, contra todos los estereotipos, una urbe frondosa se rebela en el Bosque Nacional Coconino.
Con una población de unos 150 000 habitantes, Flagstaff se corona como la ciudad más grande del norte del estado. Sin embargo, lo que hace excepcional a esta ciudad es su geografía atípica y su filosofía progresista. En el corazón de Arizona, llama la atención por la concentración de pinos ponderosa, los bares con banderas arcoíris y montañas esquiables.
Solo 22 kilómetros separan el centro de Flagstaff de Arizona Snowbowl (arizonasnowbowl.com), uno de los centros de esquí más antiguos del Viejo Oeste. El resort, en la sierra de San Francisco, cuenta con servicio de transporte gratuito entre la ciudad y la montaña, renta de equipo, lecciones de esquí y nieve artificial para los inviernos cálidos. A eso se suma un terrain
park, el único lift –telesillas– de alta velocidad en el estado, con capacidad para seis personas y la promesa de inviernos soleados. La combinación de precios asequibles, pistas de todos los niveles y cielos azules, hacen de Arizona Snowbowl un secreto
que vale la pena contar. Más de 300 hectáreas de terreno para esquiar son suficientes para dedicar un par de días a Flagstaff y aprovechar el invierno. Como una actividad inesperada o un viaje corto de fin de semana, Arizona Snowbowl es bueno, bonito y barato. Como competencia de los grandes centros turísticos invernales en Colorado, Utah y California, lo mejor que puede ofrecer este centro de esquí es una retirada digna.
Aunque el mayor atractivo de la región es su montaña, la ciudad es más que una colección de pendientes nevadas pues el encanto de la sierra de San Francisco y su naturaleza se mezclan con la oferta vivaz de la ciudad. Bares como The Green Room (flagstaffgreenroom.com), con alma punk y máquinas inmortales de pinball; restaurantes como Root Public House (rootpublichouse.com), con un menú inspirado en los productores locales, y hoteles como Little America (flagstaff.littleamerica.com), con un estilo nostálgicamente refinado, prueban que en este pueblo el eclecticismo es una forma de vida. Además, cerveceras artesanales, galerías de arte y moteles baratos conviven en esta localidad donde hay cabida para todo.
Flagstaff está sobre la antigua Ruta 66, la carretera más popular de Estados Unidos. Miles visitan la ciudad cada año con la esperanza de ver hoteles históricos y señales olvidadas sin imaginar, contra todo pronóstico, que en estos lares el invierno sorprende antes con esquís que con memorabilia de la carretera.