National Geographic Traveler (México)
Mi Ciudad: Quito
Fusión hispánica e indígena
M as allá de las peculiaridades que la hacen diferente a otras metrópolis –como estar rodeada por unos 15 volcanes y ser la segunda capital más alta de mundo, después de La Paz, Bolivia–, Quito es la única ciudad del planeta cruzada por el ecuador, un paralelo notable que divide la Tierra en dos hemisferios.
Aunque esta urbe ha estado habitada desde hace casi un milenio, se fundó bajo su actual nombre hace casi cinco siglos y no ha modificado su distribución original, motivo por el cual fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, en 1978.
Si bien, durante muchos años sirvió como una ciudad de tránsito para quienes iban a conocer el lugar que originó el legado de Charles Darwin –las islas Galápagos–, hoy día gran cantidad de turistas se hacen del tiempo suficiente para recorrer la ciudad y sus alrededores.
Para tener una vista panorámica de la ciudad, desde casi cualquier ángulo, hay dos puntos obligatorios: uno es el mirador El Panecillo, en cuya cima está la representación de la
única virgen alada del mundo conocida como la virgen de Quito, construida con unas 7 000 piezas de aluminio; el otro, al que se llega en teleférico, está edificado en las faldas del cerro Rucu Pichincha, a 4 000 metros sobre el nivel del mar. Desde el mirador se tienen vistas privilegiadas de la ciudad, varios picos nevados y la “avenida de los volcanes”.
Otro sitio notable es la Capilla del Hombre. Inaugurada en 2002, exhibe obras del artista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. Sus creaciones de gran formato retratan el dolor, la ira, la protesta y los sueños del ser humano en distintas etapas y situaciones críticas, como guerras y enfermedades.
Para no perderse ni un metro de su historia, es recomendable recorrer el centro histórico a pie. Dos de sus atracciones más destacadas son la iglesia de la Compañía de Jesús y la catedral Primada de Quito. La primera es considerada una joya del barroco latinoamericano, cuya construcción tardó más de 160 años en culminar y fue levantada por las manos de innumerables artistas de la escuela quiteña; todo su interior está revestido con pan de oro (hojas muy finas de este metal). El diseño arquitectónico se basó en dos íconos de la obra jesuita: las iglesias de Gesú y de San Ignacio, ambas en Roma. Por su parte, esta catedral no solo incluye el estilo barroco, sino también mudéjar, rococó, neogótico y neoclásico. Es uno de los templos más vetustos de América del Sur.
Otra atracción es el mercado de San Francisco que, por ser uno de los más antiguos de la ciudad, guarda todo el encanto
de sus 120 años de tradición –la mayoría de sus puestos ha pasado de generación en generación en la misma familia–. Cuenta con más de 100 locales que venden todo tipo de alimentos y hierbas medicinales; también tiene un patio de comidas, donde se sirven platillos típicos de Ecuador, caracterizados por la presencia de mariscos y pescados, así como por bananas y diferentes maíces del país.
Para adentrarse aún más en la historia de Quito hay que visitar la calle peatonal Morales −mejor conocida como La Ronda−, donde se puede apreciar el trabajo de los artesanos. Tal vez el más impresionante sea la elaboración de cajas de madera mediante la técnica de taracea, la cual consiste en encajar piezas cortadas de distintos materiales en un soporte hasta realizar un diseño decorativo. Estas creaciones, que cuentan con cajones secretos, sirven para que las mujeres de la sociedad quiteña guarden joyas y objetos de valor.
Los alrededores de la ciudad también tienen lugares imperdibles. El que registra más visitas anuales es el monumento y complejo Mitad del Mundo, por donde pasa el ecuador. Dentro del sitio, varios letreros cuentan la historia sobre cómo se llegó a determinar el paralelo 0, mientras los turistas se toman la foto típica con un pie en cada hemisferio.
Los atractivos de esta ciudad son tan interesantes como variados; por ello, la gente se perpetúa en su cultura y tradición que, lejos de haber sido olvidadas, están presentes todos los días y en cada rincón.