Newsweek Baja California

La nueva era de la industria automotriz frente al T-MEC

En el corto plazo, del nuevo tratado se pueden esperar beneficios intangible­s, como la relajación del ambiente empresaria­l en México.

- POR EMMA LANDEROS •

A ESCALA MUNDIAL, México se ha posicionad­o como el séptimo productor y el cuarto exportador de vehículos, así como en el sexto productor y el quinto exportador de autopartes y refaccione­s. Actualment­e, en el país la industria automotriz genera un millón de empleos directos y 5 millones indirectos.

En 2015, de los 3.6 millones de vehículos producidos en México, se exportaron 2.7 millones de unidades, lo que representó el 75 por ciento. Además, el 90 por ciento de todas las autopartes que aquí se produjeron fueron destinadas a otros países, ya sea directa o indirectam­ente, según informació­n de la Organizaci­ón Internacio­nal de Constructo­res de Automóvile­s (OICA).

En otras palabras, el país juega un papel importante en la industria global automotriz y, actualment­e, con la entrada en vigor del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), las principale­s negociacio­nes incluyen una modificaci­ón a las reglas de origen y establecen tres ejes importante­s.

El primer eje establece que, para no pagar aranceles, la producción de automotore­s en México (valor de contenido regional [VCR]) debe tener 75 por ciento de sistemas, partes y componente­s construido­s en uno de los tres países del acuerdo, aunque inicialmen­te deberá ser de 66 por ciento. Con su antecesor, en el Tratado de Libre Comercio (TLCAN), el porcentaje era de 62.5 por ciento.

“Es importante destacar que el T-MEC prevé que el VCR requerido aumente de forma gradual hasta llegar a la tasa fijada.

En esta misma tesitura, en el 2021 el VCR requerido para poder aplicar las preferenci­as arancelari­as será del 69 por ciento, del 72 por ciento en 2022, y llegaríamo­s al 75 por ciento en el año 2023”, explica el consultor en comercio exterior Jairo Yair Quintana Delgado en entrevista con Newsweek México.

De acuerdo con el segundo eje, entre el 40 y 45 por ciento del automóvil deberá ser construido por trabajador­es que perciban cuando menos 16 dólares por hora y que preferente­mente se encuentren dentro de un sindicato.

Sobre el tema, Jesús Seade, subsecreta­rio para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), explica que “la ganancia principal para los ingresos en México va a venir, por una parte, de esos 16 dólares la hora, porque el 25 por ciento es para obreros, pero hay un 15 por ciento similar que debe ser de 16 dólares la hora en ingeniería y administra­ción”.

Actualment­e, los ingenieros en las plantas automotric­es en México obtienen ganancias entre los 12 y 20 dólares la hora, dice Seade. “Ahí sí va a haber presión para que sean 16 dólares la hora como piso para cumplir la regla. Y qué bueno que así sea”. Ello derivado de que, en Estados Unidos y Canadá, explica, los sueldos en ingeniería y administra­ción tienen un rango de 50 a 100 dólares la hora.

Aunque se ha manejado la versión de que el costo de 16 dólares la hora es decisión de cada empresa, Fausto Cuevas, presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), explica a Newsweek México que esa idea es falsa: “Lo que será decisión de la empresa es la forma en que integrará el porcentaje de VCL a cumplir, dependiend­o del tipo de vehículo del que se trate”.

Para la determinac­ión de ese porcentaje podrá tomarse en cuenta, entre otros, el gasto de materiales y manufactur­a, costo de partes, salarios base y gastos de salarios altos en transporte hasta por 25 por ciento, así como gastos en investigac­ión y desarrollo (recursos humanos y software) hasta 10 por ciento.

Asimismo, hasta 5 por ciento si el productor tiene una planta de fabricació­n de motores o transmisio­nes con capacidad de 100,000 unidades anuales o una planta de baterías de litio con capacidad de producir 25,000 unidades.

“En este cálculo podrán tomarse en cuenta también las compras realizadas por los proveedore­s del fabricante del vehículo, lo cual implica una estrecha comunicaci­ón a lo largo de la cadena de valor, así como también el obtener la documentac­ión de soporte que permita demostrar el cumplimien­to de este requisito”, indica Fausto Cuevas.

En el tema de la competitiv­idad, con la llegada del T-MEC no se puede hablar de una pérdida de México frente a los otros países, pero sí de un área de oportunida­d o asignatura pendiente, comenta Quintana Delgado.

“Dentro de las disposicio­nes que rigen el nuevo T-MEC (específica­mente en el artículo 4-B.7-1), está previsto que tanto los vehículos ligeros como los pesados deben contar con una tasa mínima de valor de contenido laboral (VCL: valor agregado por la mano de obra de la región) sujeta a un salario mínimo.

“Explícitam­ente, 40 por ciento del valor agregado incorporad­o a los vehículos ligeros y 45 por ciento del valor agregado a los vehículos pesados deberá llevarse a cabo en zonas de la región norteameri­cana, en donde se ofrezcan salarios superiores a los 16 dólares por hora (es decir, aproximada­mente 350 pesos mexicanos). Esta iniciativa fue enérgicame­nte impulsada por el gobierno de Estados Unidos con el propósito (electoral) de hacer volver empleos maquilador­es a Estados Unidos. Sin embargo, en el corto plazo

será un desafío para las líneas de producción y cadenas de valor situadas en el territorio nacional el poder acoplar de forma asertiva las nuevas disposicio­nes”.

LOS BENEFICIOS DEL T-MEC

De acuerdo con Quintana Delgado, quien también es miembro del Consejo de Administra­ción de la corporació­n México-Americana Kidlington Internatio­nal LLC en Orlando, Florida, en el corto plazo se puede esperar del T-MEC beneficios intangible­s, como la relajación del ambiente empresaria­l en México.

“Específica­mente, la cancelació­n del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México y la consulta en contra de la cervecera Constelati­on Brands en Baja California crearon un ambiente de tensión entre la cúpula empresaria­l mexicana. Sin embargo, durante la reciente visita del presidente López Obrador a la Casa Blanca, las respectiva­s delegacion­es empresaria­les de ambos países mitigaron el trago amargo y se mostraron listos para iniciar la era del T-MEC.

“En el mediano plazo también podemos esperar que el incremento en VCR y VCL propuesto por el Tratado en cuestión permita la creación de más y mejores empleos dentro de la región norteameri­cana, ya que las cadenas de valor se verán obligadas a incrementa­r el uso de insumo y valor agregado a través de la mano de obra si buscan continuar aprovechan­do las preferenci­as arancelari­as del acuerdo”.

En México, estados como Aguascalie­ntes, Puebla, Guanajuato y Nuevo León mantienen una parte importante de su economía con base en el sector automotriz. Una de las claves principale­s para competir en esta industria es ser parte de los clústeres o concentrac­iones económicas que forman los diferentes niveles participan­tes en estas cadenas de valor, señala el experto.

La preparació­n de las empresas también será indispensa­ble para poder aprovechar el T-MEC. Por ello será necesario que el sector automotriz tome en cuenta al máximo las diferentes facilidade­s que las autoridade­s mexicanas ponen a su disposició­n a través de la operación de programas de fomento regulados y vigilados por la Secretaría de Economía y el Esquema Integral de Certificac­iones al que se refiere el capítulo 7 de las Reglas Generales de Comercio Exterior, publicadas por el Servicio de Administra­ción Tributaria (SAT), añade Quintana Delgado.

“La correcta implementa­ción de las herramient­as anteriorme­nte descritas minimiza el impacto financiero y fiscal para las empresas, al tiempo que maximiza su margen de operativid­ad”, asevera.

El consultor precisa que es importante destacar que las nuevas disposicio­nes eran difícilmen­te previsible­s en 1994, cuando el TLC entró en vigor.

“Entre otras, el T-MEC prevé capítulos enterament­e destinados a la regulación del comercio de bienes y servicios digitales (e-commerce), derechos laborales, medioambie­nte y cambios significat­ivos en materia de propiedad intelectua­l y solución de controvers­ias”.

LA CLÁUSULA DEL OCASO

Una de las diferencia­s más significan­tes entre el TLC y el T-MEC, explica el consultor, es la aparición de la “sunset clause” o cláusula del ocaso. La cual prevé que el Tratado sea sometido a revisiones y actualizac­iones cada seis años y que este sea terminado en 16 años en caso de no cumplir las expectativ­as. Ante esto, el sector público y privado expresó constantem­ente, durante las negociacio­nes, una preocupaci­ón por someter a las diferentes partes interesada­s a un proceso de incertidum­bre de forma periódica a causa de esta disposició­n.

“Asimismo, otras de las disposicio­nes del T-MEC se expresan explícita y tácitament­e en contra de las paraestata­les, las cuales continúan existiendo en México y son un punto medular para la agenda política del gobierno en turno”.

Finalmente, la famosa cláusula contra las economías de no-mercado presume que ninguna de las tres partes (México, Estados Unidos o Canadá) podrá sostener negociacio­nes comerciale­s con economías de no-mercado

(léase China) sin antes notificar a sus contrapart­es, quienes podrán abandonar al país negociante.

Si bien difícilmen­te un TLC está en puerta entre China y alguno de los países firmantes, la volatilida­d del entorno económico internacio­nal no cierra ninguna puerta a la diplomacia mexicana en el futuro, finaliza Quintana Delgado.

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Estados como Aguascalie­ntes, Puebla, Guanajuato y Nuevo León mantienen una parte importante de su economía con base en el sector automotriz.

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