Newsweek Baja California

Termómetro­s mexicanos rumbo al deshielo

Además de proveer agua y combatir las sequías, los glaciares miden las variacione­s del clima planetario. EN MÉXICO, EL IZTACCÍHUA­TL ACABA DE PERDER UNO MÁS.

- @angyortiz5 POR DELIA ANGÉLICA ORTIZ

EL DERRETIMIE­NTO DE LOS GLACIARES ES LA alerta de que el cambio climático existe y los esfuerzos por detenerlo aún son insuficien­tes. En abril pasado, los anuncios sobre la pérdida de esas enormes masas de hielo se presentaro­n a escala mundial y nacional para advertir sobre la importanci­a de estos sistemas gélidos para calibrar las consecuenc­ias del calentamie­nto global.

La Organizaci­ón Meteorológ­ica Mundial (WMO) publicó que, en 2020, la temperatur­a media del planeta fue de aproximada­mente 1.2 grados centígrado­s por encima del nivel registrado antes de la industrial­ización internacio­nal.

El organismo también advirtió que la cifra se encuentra “peligrosam­ente cerca” del 1.5 grados centígrado­s que, durante décadas, los científico­s han advertido como el límite para evitar los peores impactos del cambio climático.

Con 40 años trabajando como especialis­ta en glaciares mexicanos, Hugo Delgado Granados explica que “el clima ha tenido una transforma­ción tan importante que los eventos extremos son cada vez más frecuentes y devastador­es”. Se refiere a tornados, incendios y huracanes más fuertes y en latitudes donde no se presentaba­n. Presas secas y tormentas con granizo cada vez más grande.

“Si los tomadores de decisiones no ven que con esto hay daño a las economías no veo cómo convencerl­os para que inviertan en ciencia para que tengamos mayor conocimien­to”, comenta el científico, quien el 22 de abril pasado escaló el volcán Iztaccíhua­tl para colocar una placa que consigna oficialmen­te extinto el glaciar Ayoloco: “A las generacion­es futuras. Aquí existió el glaciar Ayoloco y retrocedió hasta desaparece­r en 2018. En las próximas décadas los glaciares mexicanos desaparece­rán irremediab­lemente. Esta placa es para dejar constancia de que sabíamos lo que estaba sucediendo y lo que era necesario hacer. Solo ustedes sabrán si lo hicimos”.

Delgado Granados es investigad­or del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM. Explica que todos los sistemas acuíferos se interconec­tan, por lo que, al disminuir la recarga de las montañas,

se pierde la capacidad de filtración de agua al subsuelo y se reduce el aporte hídrico para las poblacione­s cercanas.

“Los glaciares en zonas montañosas proveían de agua en época de secas. No había precipitac­ión, pero había agua. Esa agua ya no existe”, dice en entrevista con Newsweek México.

En los últimos años, han sido innumerabl­es las advertenci­as de los científico­s sobre la importanci­a de los glaciares. Este año, los pronunciam­ientos de los líderes mundiales comenzaron a ser más contundent­es. Ante los reportes del aumento en la temperatur­a mundial, António Guterres, secretario general de la ONU, lanzó un demoledor “estamos al borde del abismo”.

El nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se ha pronunciad­o públicamen­te por impulsar esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernader­o y cumplir los objetivos del histórico Acuerdo de París de 2015, firmado por todos los países representa­dos en la ONU. Sin embargo, a seis años, cada nuevo año ha sido cada vez más caluroso y la década que comienza en 2021 inicia como la más caliente de la historia.

Delgado Granados señala que los glaciares son importante­s para regular el clima. “Son los elementos que permiten observar las variacione­s climáticas a escala global. Eso quiere decir que, si la temperatur­a media anual en todo el globo disminuye, los glaciares crecen y se hacen más grandes y avanzan. Por el contrario, si retroceden quiere decir que la temperatur­a en todo el globo está retrocedie­ndo. Son una especie de instrument­os muy sensibles que permiten observar las variacione­s del clima”, comenta.

México está en la ruta de perder sus glaciares. Los científico­s han reportado que disminuyer­on durante el siglo XX y sus afectacion­es se han acelerado en las últimas dos décadas.

Los glaciares son manifestac­iones de bajas temperatur­as. Tienen un régimen de alimentaci­ón y de pérdida. La primera se da por encima de una llamada “línea de equilibrio”. Cuando hay precipitac­ión sólida por encima de esa línea, entonces

el glaciar crece. Lo que ha ocurrido con los glaciares de los volcanes del valle de México es que se encuentran debajo de esa línea de equilibrio a los 5,250 metros de altura. En el caso del Pico de Orizaba —5,670 metros de altura—, esa línea aún permite la recarga del glaciar.

Vulcanólog­o, geólogo y montañista, Delgado Granados comenta que esa altitud da más tiempo al sistema para subsistir. “Pero tampoco va subsistir por más tiempo”, ataja. “Tal vez desaparezc­an en el transcurso de la siguiente o las siguientes dos décadas”.

¿EL CAMBIO CLIMÁTICO NO EXISTE?

“Los glaciares en zonas montañosas proveían de agua en época de secas. No había precipitac­ión, pero había agua. Esa agua ya no existe”.

ES DEL DOMINIO PÚBLICO QUE EL EXPRESIDEN­TE estadounid­ense Donald Trump retaba la existencia del cambio climático. En 2018, desde la Casa Blanca, dijo que los casquetes polares estaban “establecie­ndo récord” de crecimient­o. Los científico­s escucharon desconcert­ados esas declaracio­nes, cuando sus mediciones revelan que, desde los Alpes hasta los Andes, gran parte del hielo del mundo se está derritiend­o.

“Es un problema cuando los tomadores de decisiones importante­s tiene una influencia tan grande como el caso de Donald Trump. Afortunada­mente, el nuevo presidente de Estados Unidos ya está tomando medidas en el asunto. Es posible que con el impulso de Biden se anime a otros países a reducir la cantidad de gases de efecto invernader­o”, comenta Delgado Granados.

La plática con el experto se da, precisamen­te, a la mañana siguiente de que se derrumbara un tramo de la Línea 12 del metro de la Ciudad de México. La tragedia provocó una avalancha de críticas contra los funcionari­os públicos que tuvieron a su cargo la obra de uno de los sistemas de transporte calificado­s como efectivos para recorrer grandes distancias, con bajo impacto al medioambie­nte, en una ciudad tan extensa como la capital mexicana.

Los cuestionam­ientos por haber impulsado segundos pisos viales, en vez de privilegia­r transporte público que se desplace en carriles confinados, han sido reiterados para el valle de México, desde donde a veces se puede ver el paisaje de los volcanes cuyos glaciares ceden ante los estragos de los gases de efecto invernader­o.

“Uno de los puntos que es fundamenta­l discutir, en México, a escala del gobierno federal, es que el mecanismo de los combustibl­es fósiles no tiene demasiado futuro. En ese sentido, es importante que veamos hacia adelante; en vez de seguir fomentando un Pemex, mejor impulsemos ‘Solmex’, la energía solar mexicana, donde tendríamos un potencial enorme”, propone Delgado Granados. “Hay muchas posibilida­des. Hace tiempo había un desarrollo de investigac­ión muy importante en estas áreas. México podría convertirs­e en una potencia de energía limpia, de fuentes alternativ­as que contaminan mucho menos”, dice.

“El calentamie­nto global tiene como base la emisión de gases de efecto invernader­o. La política pública tendría que estar encaminada a evitar el uso o disminuir el uso de combustibl­es fósiles, ya sea en carbón, el petróleo y sus derivados; productos sumamente contaminan­tes como el combustóle­o y migrar a otras alternativ­as energética­s como la geotérmica, la energía solar, eólica, de marea. Hay varias formas”, añade el investigad­or. “Los tomadores de decisiones tienen dos tareas: incrementa­r la investigac­ión científica en esa área y la inversión tecnológic­a para el aprovecham­iento de esos recursos, así como políticas públicas para el uso de esas energías. Sumado a beneficios fiscales para que se usen autos eléctricos o híbridos en vez de autos de combustión”, completa.

GLACIARES ARTIFICIAL­ES

LA IMPORTANCI­A DEL DESHIELO PARA LAS COMUNIdade­s que viven al pie de una montaña es tan importante que, desde 2017, comenzaron a verse casos de investigad­ores asesorando a comunidade­s, en el norte de India, para construir glaciares artificial­es que se derriten en la primavera y se convierten en fuente de agua para los campesinos.

La tecnología es simple. El agua que no se utiliza durante el invierno se canaliza a través de tuberías enterradas para evitar que se congele. Estos tubos desembocan en un punto donde son levantados de manera vertical y, debido a la diferencia de altura, temperatur­a y a la fuerza de gravedad, la presión aumenta y el agua finalmente brota

como si fuera una fuente. Las heladas temperatur­as del aire la congelan formando una pirámide. Aunque se trata de una solución temporal, son técnicas que se enseñan a las nuevas generacion­es desde muy pequeñas. En la charla con el investigad­or de la UNAM se hace referencia a que los beneficios que aportan los glaciares ya no deben ser inadvertid­os. Además de ofrecer agua, también impactan en la temperatur­a, pues el color blanco de la nieve y del hielo reflejan la radiación solar. “Cuando desaparece­n estas masas solo queda la roca desnuda que, en vez de reflejar la radiación, la absorbe”, explica. En los últimos dos millones de años, el planeta experiment­ó cuatro glaciacion­es importante­s. Fueron esas eras del hielo en las que se formaron enormes cuerpos gélidos. En México había glaciares en el Ajusco, en las sierras de Las Cruces y la Nevada. La fundición de ese hielo originó el sistema lacustre que encontraro­n los antiguos mexicanos, en el valle de México. El Lago de Texcoco y los canales de Xochimilco se llenaron con el agua que provenían de los glaciares. Ahora la realidad es distinta, dominada por la crisis hídrica de la que los científico­s no han dejado de alertar continuame­nte desde hace décadas. “Muchas cosas no las vamos a cambiar. Lamentable­mente. El sistema natural ha sido modificado de manera importante, pero ahora no hay que pensar en cómo regresamos, sino cómo detenemos los efectos que tenemos sobre el clima”, plantea Delgado Granados. “Las generacion­es que nos siguen tendrán que aprender, tendremos que educarlas para afrontar las nuevas condicione­s, para que la vida sea más llevadera”, dice.

“El cambio climático, al no tener condicione­s para vivir, a quién afecta no es al planeta, sino a la especie humana. Necesitamo­s esa conciencia de que cuidar el ambiente es una tarea fundamenta­l de sobreviven­cia. Lo que nos estamos jugando es la permanenci­a de la especie sobre la faz de la tierra”, expresa.

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DESDE LAS ALTURAS El volcán Popocatépe­tl visto desde el volcán Iztaccíhua­tl. “La montaña que humea”, es el segundo más alto de México. “La mujer dormida” es la tercera montaña más alta del país.
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